13-10-2025 12:00:16 AM

El topo torpe

Por Valentín Varillas

Todavía como priista y motivado por su obsesión de integrarse a las filas de Morena como parte de su futuro político, el senador Néstor Camarillo le pidió a un muy influyente poblano que lo acercara a Omar García Harfuch.

Sí, le tiró a lo más alto.

Al personaje de mayor poder e influencia en el círculo más cercano de la presidenta Sheinbaum.

El intermediario cumplió a cabalidad y el encuentro se dio.

Se generaron acuerdos a cambio de las consabidas pruebas de amor.

Camarillo fungiría como aliado del oficialismo, votando a favor de la aprobación de las iniciativas de mayor interés para Palacio Nacional.

A cambio, se operaría con los liderazgos poblanos para que dieran el visto bueno para integrarlo al redil.

Y así, en este contexto, llegó la hora de cumplir.

A la Cámara Alta llegó un paquete de propuestas en materia de seguridad e inteligencia.

Estas, contemplaban el fortalecimiento de las facultades de la Secretaría de Seguridad que encabeza García Harfuch y mejoraban los mecanismos de coordinación entre niveles de gobierno, con el fin de echar a andar estrategias comunes de combate a la delincuencia.

Era el momento de dar el primer paso para honrar los pactos.

Y cuando se daba ya por ello que Camarillo lo haría, que su voto a favor quedaría registrado para la historia, de plano se ausentó.

No votó, en ningún sentido.

Tiró por la borda lo alcanzado.

Lo hizo pedazos.

Y hubo una razón.

Paralelamente, Néstor había tejido una alianza con Adán Augusto López, enemigo acérrimo de García Harfuch, quien desde la coordinación de Morena y por debajo del agua, le ha jugado las contras a la jefa del ejecutivo federal.

El ex hombre fuerte de AMLO lo llevaría a Movimiento Ciudadano, partido que parece haber ya infiltrado completamente.

De esta forma, Camarillo parece apostar a que, en esta guerra interna que se da en el seno del Movimiento de Regeneración Nacional, quienes ejercieron el poder en pasado se impondrán a quienes lo hacen en presente.

Pésima lectura.

Pero más allá de la lógica que haya utilizado para cometer semejante yerro, lo cierto es que en términos de política real, afrentas como ésta no pasan desapercibidas.

Siempre traen consecuencias muy grandes, importantes, demoledoras.

Y muy pronto se verán con claridad.

Una revisión somera a los expedientes dejados a su paso como presidente municipal de Quecholac ya arrojó las primeras joyas.

La primera parte de la ruta crítica a seguir contempla dos palabras clave: huachicol y asesinato.

Nada más.

Eso sólo para empezar y de ahí, hasta donde tope.

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