Por Valentín Varillas
A un año del gobierno de Claudia Sheinbaum, la percepción en materia de seguridad ha empeorado.
Más mexicanos nos sentimos inseguros viviendo en este país.
Sin embargo, la frialdad de los números indica una realidad distinta.
La nueva estrategia implementada por la actual administración federal ha dado resultados en distintos rubros.
Es evidente que no lo parece por las cientos de historias de sangre que diariamente enlutan al país.
Pero en los hechos, también resulta claro que se ha dejado atrás aquella estupidez de abrazar a los criminales en lugar de combatirlos de frente.
Los operativos en contra de los cárteles de la droga son un ejemplo muy claro de lo anterior.
Apenas en el primer trimestre de la presidenta, se superó por mucho lo “logrado” en todo el sexenio anterior.
Más de 144 toneladas de droga incautada, casi 1600 laboratorios clandestinos destruidos y un aproximado de 200 mil detenidos.
Nada que ver con el pasado reciente.
Habrá quien diga que la presión de Estados Unidos ha sido un factor determinante al momento de analizar estos indicadores, pero sea como sea, estamos mejor.
López Obrador dejó como saldo fatal de su paso por el gobierno, 200 mil homicidios dolosos.
Ahora, existe un 32% menos, de acuerdo con cifras oficiales.
Y aquí no hay manera de maquillarlas.
Se trata del único delito que se persigue de oficio.
De ahí que este reactivo sea el más valorado al momento de evaluar el éxito o el fracaso de una estrategia en materia de seguridad.
Y por increíble que parezca, debido entre otras cosas a sus altísimos niveles de popularidad, más habitantes en este país se sentían “seguros” con AMLO.
Increíble.
Pareciera que es un acertijo sin solución, el lograr empatar la percepción con las cifras reales.
Es evidente que no estamos ni de cerca bien y que falta mucho por hacer.
Que mejorar la seguridad nacional es un reto permanente en el ejercicio de gobierno.
Habrá que darle tiempo a los que ahora tienen esta responsabilidad, para empezar a revertir décadas de complicidades, pactos en lo oscurito y sobre todo: la constante infiltración de criminales en las instituciones públicas del Estado mexicano.
La ruta, sin embargo, parece ser la correcta.