Por Valentín Varillas
Néstor Camarillo, como dirigente estatal del PRI poblano, se moría de ganas de que lo llamaran a formar parte de las filas del nuevo grupo en el poder.
Aquel cuyos integrantes se formaron en otros partidos políticos y tomaron por asalto Morena.
No se le hizo, por más que lo intentó.
Tocó puertas, pidió favores, rogó, suplicó y al final, nada de nada.
Hubiera querido que su futuro en la política se pareciera al de los Estefan, los Lastiri, Vega Rayet, Márquez y otros.
Desesperado, fue testigo de cómo los liderazgos priistas en varias zonas del estado fueron cooptados por el oficialismo, llevándose con ellos a operadores, movilizadores y demás.
Hicieron pedazos lo que quedaba de la estructura.
No le quedo más remedio que aceptar, por línea dictada desde el CEN, una alianza electoral que fue una vergüenza en términos de votos obtenidos y a la que el PRI le aportó muy poco.
En campaña, muy dolido, se dijo víctima de traiciones, deslealtades, de puñaladas traperas, conjuras y complots, pero al mismo tiempo, juraba a los cuatro vientos que el Revolucionario estaba más fuerte que nunca.
Que lejos de debilitarlo, se había purgado de indeseables con el masivo éxodo de militantes.
Refrendó una y otra vez su fidelidad a la marca y juró que jamás saldría del partido que lo formó.
Que no caería nunca en la misma conducta de aquellos “cobardes” que abandonaban el barco cuando veían visos de tormenta.
Y al final, termino haciendo lo que tanto criticó.
Mírelo hoy, en las filas de Movimiento Ciudadano.
Un partido que, como nuestras queridas “naranjitas”, se la pasa recogiendo todo tipo de basura de la política poblana.
Pero eso sí, con su muy priista senaduría bajo el brazo.
Para colmo, con su integración a la bancada de MC en la cámara alta, Camarillo fortaleció todavía más a la aplanadora oficialista.
Al cambiar la proporcionalidad de los grupos parlamentarios, Morena se hizo con la presidencia de la Comisión de Marina en el senado.
Una comisión que estará bajo el escrutinio de todo tipo de reflectores por el polémico tema del huachicol fiscal.
Vaya forma de hacerle el caldo gordo a sus supuestos enemigos políticos.
Esos a quienes en sus sueños más húmedos imaginó como aliados.