Por Alejandro Mondragón
Si la oposición no fuera taaaaan timorata, indolente y observará más allá de la laaarga cola de sus dirigentes, Morena y aliados estarían tras las cuerdas.
Liderazgos de la Cuarta Transformación han quedado exhibidos por dos temas más que delicados: ligas con el crimen organizado y el origen del financiamiento de su costoso estilo de vida.
En ninguno de los temas, esos personajes de la 4T salen bien librados. No pueden justificar que es resultado de su trabajo porque las cuentas nada más no salen.
Y más cuando su líder moral ordenó todo su sexenio que llevaran una vida de austeridad, sin lujos, como San Agustín.
Los primeros en romper la palabra de su papá fueron los hijos de López Obrador, a quienes han documentado excesos y relaciones con empresas vinculadas al lavado de dinero.
Los herederos del lopezobradorismo, como Adán Augusto López, quien por sanidad política bien haría en solicitar licencia y separarse de los reflectores. En cada escándalo de corrupción, impunidad y ligas con la delincuencia aparece su nombre.
Ahí tiene la oposición toda una narrativa creíble, sostenible y eficaz ante los mexicanos que los de la 4T no son iguales que los del PRI y PAN en el poder, sino peores.
Peeeero es mucho pedir que construyan una ruta crítica de aquí al 2027, pues si algo permeó en el imaginario colectivo es que la 4T puede tener sus días contados en el poder, mediante la pérdida de mayorías calificadas.
¿Y la oposición?
En la nada, como Cristian Castro.