Por Valentín Varillas
Quienes desde el PAN operaron la campaña negra en contra del gobernador Armenta, por la aprobación de la polémica ley que combate el ciberacoso, sienten que ganaron mucho en lo mediático, pero la realidad es que lo perdieron todo en lo político.
Y esto último pesa más, mucho más.
Marca irremediablemente carreras y futuros.
De entrada porque había acuerdos al más alto nivel, en aras de mantener canales abiertos de comunicación y entendimiento.
Estos que, sobra decirlo, hoy están hechos pedazos.
Y no es poca cosa.
Se trata de un parteaguas que redefine los términos de la coexistencia en los próximos cinco años y medio.
Con la llegada de Armenta a la gubernatura, los liderazgos panistas obtuvieron beneficios importantes e inmediatos.
Se acordó ponerle pausa a procesos penales avanzados que los involucraban a ellos, a los familiares y prestanombres que utilizaron en su momento como pantalla para esconder aquellos pecados cometidos en su paso por el servicio público.
Lo único que se les pidió a cambio fue mantener canales permanentes de diálogo.
Fieles a su costumbre, optaron por la traición.
El sello característico de personajes como los Riestra.
Los mismos que tienen todavía sendos procesos judiciales abiertos.
Rodrigo, por ejemplo.
Aquel que, paralizado por el pánico y sabiendo “lo que se comió”, buscaba por cielo, mar y tierra al entonces fiscal Gilberto Higuera Bernal para “enterarse” de cómo iban sus temas.
Nunca lo pelaron siquiera.
Las carpetas ahí están, ya vivitas y coleando.
No ayudó tampoco la actitud de su hermana Susana, diputada en el congreso local, quien en sus críticas a la iniciativa de ley, aseguró de que en Puebla ya se vivía una dictadura.
Este grupo, junto con otros más, son los que -escudados en el más cobarde anonimato- manejan cientos de cuentas y granjas de bots en donde con todo descaro atacan, insultan e injurian con temas que no tienen nada que ver con el legítimo derecho a criticar a un gobierno.
Es evidente que, desde la presidencia del PAN poblano se impulsó una gran campaña nacional, que contó con el apoyo de poderosos grupos de la ultraderecha que buscan a como dé lugar rehacerse de posiciones políticas perdidas en las urnas.
Mario sabe de sobra el error que cometió y las consecuencias que tendrá.
Trató de lavar su error emitiendo un hipócrita comunicado en donde la dirigencia del blanquiazul “celebraba” la disposición de Armenta de llevar a cabo foros con la participación de periodistas y distintos grupos de la sociedad, para analizar a fondo los alcances y consecuencias de la aprobación de esta ley.
Claro, el miedo no anda en burro.
Pero ya fue tarde, muy tarde.
En política, como en otros aspectos de la vida, no se vale madrear y después pretender sobar.
Abrieron ellos mismos su propia Caja de Pandora y hay materia prima de sobra para dar y repartir.
No iba por ahí; la jugaron muy mal y todo parece indicar que ahora sí se les vendrá la noche.
Perder ganando, le llaman en mi pueblo.