Por Valentín Varillas
El oficialismo también le abrió las puertas de su oferta electoral a personajes sujetos a todo tipo de investigaciones, por sus presuntos vínculos con la delincuencia.
El caso de Gerardo Cortés Caballero, edil reelecto en Cuautempan, es contundente.
Cateos a sus propiedades en donde se decomisan armas de fuego, cartuchos útiles y vehículos no dejan lugar a dudas de su pactos inconfesables con criminales.
Y todo parece indicar que lo mismo hacía su padre, quien encabezó ese ayuntamiento en los períodos 2008-2011 y 2018-2021.
Una muy añeja complicidad.
La fuga del imputado cierra el círculo.
Nadie sabe nada de él.
Una muy conveniente fuga de información le facilitó el escape.
Los operativos fueron encabezados por elementos de la Secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina Armada de México.
Es decir, estas acciones forman parte de la llamada Operación Limpieza, ordenada desde el gobierno federal por la propia presidenta Claudia Sheinbaum.
La misma que tiene como objetivo principal el limpiar la política y el servicio público de aquellos poderes de facto que hacen pedazos el tejido social.
No importa que estos vengan de Morena, o de sus aliados electorales.
La cosa es pareja.
El oficialismo poblano ha utilizado como arma político- electoral el señalar a sus opositores por entregar candidaturas a personajes de dudosa honestidad o bien con cuentas pendientes con la justicia.
Ejemplos:
Los Martínez Fuentes en Quecholac y Pablo Morales Ugalde en Palmar de Bravo, ligados al PSI.
José Isaías Velázquez Reyes en Atzitzintla, del PRD.
Los Valencia, panistas, en Venustiano Carranza.
En la coyuntura electoral del año pasado, le dieron con todo a la alianza PAN-PRI por haber llevado como candidata suplente a Tania N. con supuestas ligas con el CJNG.
Y apenas hace un par de meses, el caso de los hermanos González Vieyra en Serdán y la Sierra Nororiental, emanados de Movimiento Ciudadano.
Ya no más.
La estrategia de contraste; de venderse como diferentes, limpios, virginales e impolutos en lo que a ligas con criminales se refiere, ha quedado sin efecto.
Perdió toda credibilidad.
La ha echado a perder, irremediable e irreversiblemente, el caso de
Gerardo Cortés Caballero.
La gran tragedia para el país, más allá de cuestiones de tipo político, es que prácticamente todos los días conocemos historias que nos enseñan que los gobiernos de corte delincuencial, son parte fundamental de nuestra complicada y muy triste realidad.
Con ejemplos como éste ¿cómo refutar lo que Mr. Trump dice de México?