12-04-2025 02:08:52 PM

Sheinbaum y los gobernadores

Por Valentín Varillas

 

La presidenta de la República ha instituido como política prioritaria en el manejo del país, el tener contacto directo y muy frecuente con todos los gobernadores.

Se trata de una serie de reuniones periódicas en donde se analiza con lupa la realidad de cada una de las entidades federativas.

Han llevado mano aquellos en donde la problemática en materia de seguridad pública es particularmente complicada.

También aquellos de los estados que son arte de ambas fronteras, teniendo en cuenta los nuevos retos que en materia migratoria han surgido a partir del cambio de gobierno en los Estados Unidos.

En estos encuentros se plantean y evalúan estrategias, además de que se generan compromisos muy concretos.

De ambas partes.

Todo esto queda registrado de manera puntual -de puño y letra de la propia Sheinbaum- en una libreta personal.

No se quedan en el aire, como sucede frecuentemente en el ejercicio de gobierno.

Lo ahí escrito queda establecido como punto de partida para reuniones posteriores y como un indicador muy claro de la eficacia de las medidas implementadas.

Así, los mandatarios están obligados a cumplir con los compromisos hechos con la jefa del ejecutivo federal.

No hay manera de que evadan esta responsabilidad.

 Los ciudadanos de a pie podríamos pensar que ejercicios como estos son naturales en las relaciones políticas de alto nivel.

Que existe comunicación permanente entre gobiernos y que cada promesa que se hace o programa que se anuncia, se traducirá necesariamente en hechos concretos.

Falso.

Para no irnos muy atrás en fecha calendario, esto no pasaba en el sexenio de López Obrador.

El ex presidente escuchaba muy poco a los gobernadores y los pelaba todavía menos.

Acostumbrado a imponer, decidía con la gónada la implementación de programas y políticas públicas que no necesariamente eran las óptimos para la realidad que enfrentaban las distintas entidades federativas.

En este sexenio, la interlocución es muy distinta.

Tal vez, debido a este canal directo de entendimiento, se nota una dinámica distinta en lo que al combate a la delincuencia organizada se refiere, aunque es evidente que falta muchísimo por hacer.

Pero los indicadores numéricos, los fríos, los que están más allá de filias y fobias políticas o personales, nos muestran que – a pesar de todo- podemos ser un poco optimistas en torno a que la realidad del país, puede ser mejor en el corto plazo.

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