Por Alejandro Mondragón
Un replanteamiento total requiere la política de desarrollo económico, no sólo en Puebla, sino en el país.
Le apostaron al libre comercio.
Luego por la integración de contenidos comerciales para apuntalar clúster especializados.
Y dieron su resto por la relocalización o nearshoring.
¿Para qué?
Para nada. Llegó Donald Trump con su declaratoria de guerra arancelaria para someter a sus principales socios comerciales: Canadá y México.
El desarrollo económico basado en un tratado comercial (T-MEC) y relocalización de inversiones está condenado al cadalso.
Las razones son muy claras. Trump hará todo lo que le de la gana, sin importar reglas, acuerdos y compromisos.
¿Cómo definir una política comercial si un personaje pone a bailar a países al son que quiera?
Trump jamás se va a saciar de lo que hagan otras naciones. Quiere intervenir más allá de su territorio, apropiarse de todo lo que pueda.
Está claro que el cierre de filas de la sociedad con el gobierno de Claudia Sheinbaum es indiscutible, porque enfrente existe otro poder extranjero que pretende inmiscuirse en México.
Sin embargo, la Cuarta Transformación y su segundo piso se alejan de la demagogia patriotera y dan respuestas concretas ante la guerra arancelaria, pues de lo contrario el desempleo y la inflación acabarán por hundirlos.
