Por Valentín Varillas
Jurídicamente, ambos casos siguieron una lógica similar.
Las conclusiones, sin embargo, fueron diametralmente distintas.
Aunque en el fondo se trate de lo mismo: la capacidad corruptora de los grupos criminales en las instancias civiles y militares del país.
Las autoridades norteamericanas decidieron, con elementos idénticos a los de García Luna, ejercer también acción penal en contra del general Salvador Cienfuegos.
Pero, a diferencia del primero, al militar lo devolvieron al país dejando su destino en manos de la Fiscalía General de la República.
Tal y como se esperaba, hoy goza de absoluta impunidad.
es evidente que, más allá de un tema de aplicación estricta de la ley, hubo mucho de política en esta decisión.
Que al entonces presidente Trump le convenía que le debieran el favor de no desestabilizar a las fuerzas armadas nacionales, una institución fundamental en el esquema de gobierno de López Obrador.
Haberlo procesado hubiera resultado demoledor para los intereses de la 4T.
La élite castrense nacional se iba a oponer con todo a que una de sus figuras emblemáticas fuera condenado, sentenciado y exhibido en el vecino país.
Al no haberse ejercido la acción penal, se blindó de paso a una serie de cuadros que por muchos años han sido protagonistas de la vida militar mexicana, que se hicieron y crecieron de la mano del general Cienfuegos.
Y es que, el mundo de las fuerzas armadas maneja y opera códigos completamente distintos a los que imperan en la vida civil.
Ahí, se sigue una meritocracia interna muy bien definida y quien la cumpla, tiene derecho a aspirar a los cargos más importantes en el organigrama militar.
Sus nombres aparecen, sexenio tras sexenio, en la lista de perfiles con posibilidades reales de encabezar la Secretaría de la Defensa Nacional.
Más allá de ideologías, signos, colores o partidos.
El “rescate” del general, fue el regalo que le hizo Trump a AMLO, a cambio de una incondicionalidad absoluta.
En todos aspectos.
Inclusive, el único viaje que hizo el presidente mexicano a los Estados Unidos fue en la coyuntura electoral del 2020 y en todos los frentes se entendió como un espaldarazo a las aspiraciones reeleccionistas del republicano.
Ya rescatado Cienfuegos, AMLO arremetió con todo en contra de las autoridades norteamericanas.
Acusó directamente a la DEA de haberle “fabricado delitos”.
Esta narrativa que exoneraba en su momento al militar mexicano, parece que sigue vigente en este segundo gobierno emanado de la 4T.
La asistencia del general a un acto público encabezado por la jefa del ejecutivo federal hace apenas unos días, en medio de acusaciones directas del gobierno norteamericano de que en México existe una red de protección oficial a los cárteles de la droga, así lo confirma.
Pero bajo esta lógica y haciendo a un lado las conveniencias e intereses de tipo político, la realidad es que García Luna pudo haber sido víctima de lo mismo.
Algo que jamás se va a manejar en el discurso público del actual grupo en el poder.
Delo por hecho.