Por Alejandro Mondragón
Opositores y críticos de la Cuarta Transformación ya se subieron al tren de Donald Trump para avalar cada acción o amenaza contra el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Lanzan la consigna que México es un narcopaís, cuando precisamente en Estados Unidos se ha sentenciado al exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, por encabezar una empresa criminal desde el ejercicio del cargo, en los últimos años.
Si buena parte del país se encuentra a merced de cárteles obedece a la complicidad de gobiernos del PRI y PAN, pero también habrá que decirlo: a la pasividad y permisividad del primer sexenio de la 4T con Andrés Manuel López Obrador.
El punto radica que opositores y críticos celebran cada aspaviento de Trump convertido en decreto.
Sin embargo, los adversarios de la 4T hoy enfrentan el problema de cierre de filas de todos los sectores con la presidenta Sheinbaum. 8 de cada 10 mexicanos aprueba su postura ante el presidente de Estados Unidos.
Nadie entiende a los opositores que siguen sin darle su justa dimensión a la madriza electoral del 2 de junio del 2024, donde perdieron Presidencia y mayorías calificadas de diputados y senadores.
En lugar de respaldar los decretos de Trump para México, sus ciudadanos (los mexicanos) han respaldado los programas, obras y acciones de la 4T.
A la llamada cuatroté quisieron debilitarla desde la gestión de López Obrador y sólo la fortalecieron.
Ahora, Sheinbaum ha dejado en evidencia que los opositores son capaces de poner en venta al país para congraciarse con Trump.
Y eso tendrá un elevado costo político. Los medios ya comenzaron a pagarlo con las audiencias que dejaron de verlos, escucharlos y oírlos.