Por Alejandro Mondragón
También el desconocimiento, mezclado con un dejo de ambición y apetito por ir a todas, tiene a Morena en una pugna infructuosa.
Una vez que concluyó el proceso electoral, el gobernador electo Alejandro Armenta invitó a la lideresa Olga Romero Garci Crespo, y a Samuel Aguilar Pala a incorporarse a su gabinete, a partir del 14 de diciembre del 2024.
Eso implicó que sus cargos en Morena, una como presidenta y otro como secretario de Organización queden acéfalos.
La Comisión Nacional de Elecciones morenista resolvió que en aquellos estados donde quedaron vacantes, porque sus líderes se incorporaron a gabinetes de nuevas autoridades, sean ocupados exclusivamente por consejeros.
Emitió la convocatoria para tal fin, pero ahora se dan jaloneos por esas posiciones, particularmente en Puebla.
No cabe una propuesta externa al consejo, salvo que los consejeros renuncien al derecho de votar a uno de los suyos/as, y dejar en manos de la dirigencia nacional la designación en las vacantes.
A ver, los nuevos dirigentes que son dos deberán concluir el periodo para el que fueron electos, no más, no menos. El periodo que durarían en el cargo vencería en 2025.
Entonces, por qué tanto brinco. Del 16 de noviembre a octubre del 2025 durarán en el cargo, en un periodo en lo que único que no habrá será un proceso electoral.
Les tocará manejar un partido que sólo administrará recursos, no candidaturas. A lo mejor quieren e$o.
Lo curioso es que algunos personajes buenos para nada que han sido invitados al gabinete de Alejandro Armenta ya se anotaron para participar para ser dirigente, y si salen electos, renunciar al cargo prometido. El caso elocuente es de David Rivera Vivanco, el mentado Che.
A veces la ambición hace que pierdan de vista que no es la dirigencia local, sino la Comisión Nacional de Elecciones la responsable de todo este proceso.
Cuando la perra es brava, hasta los de casa muerde.