04-10-2024 09:58:04 PM

Y ahora, la reconciliación

Por Valentín Varillas
 

Terminó el sexenio que dividió a los mexicanos.

El del discurso público rijoso, el que fractura y polariza en función de filias y fobias.

Personales y políticas.

Un despropósito monumental en un país lleno de sangre, de muerte y de dolor.

De auténticas historias de terror que llenan los espacios de medios tradicionales y redes sociales.

Uno de los sellos característicos de la administración del hoy ex presidente López Obrador fue la generación de violencia desde la investidura presidencial a través de sus famosas mañaneras.

En estas ruedas de prensa se dio un acoso selectivo a “los enemigos del sistema”.

Auténticas carnicerías en donde se le daba con todo a quienes se atrevieron a disentir: adversarios políticos poderes independientes, organismos autónomos, empresarios, ambientalistas, feministas, medios de comunicación y periodistas.

Sólo por mencionar algunos.

De manera reiterada, y usando las instituciones públicas, se dieron todo tipo de abusos.

Por ejemplo, hacer pública información personal, sus datos íntimos, violando el marco jurídico vigente que en teoría garantiza la protección de los mismos.

Al mismo tiempo, se invitaba alegremente a llevar a cabo a un linchamiento social que puso en riesgo su integridad, la de sus familias y la de sus bienes.

Fue una realidad inédita.

No existe precedente alguno de lo anterior.

Llevar a cabo esta estrategia en un contexto de creciente violencia en todo los ámbitos, más que irresponsable, me parece francamente criminal.

Con el grado de polarización que existe actualmente en el país, seguir nutriendo el discurso oficial con peligrosas etiquetas que definen a “buenos” y “malos” resultaría demencial.

Algunos extremistas entendieron lo anterior no como opiniones personales, sino como una política de Estado, simple y sencillamente porque lo llevaba a cabo su cabeza.

Éste es el espacio en donde mejor se movía AMLO.

En donde más rentabilidad política y social encontró.

El “divide y vencerás” llevado al extremo sin importar sus peligrosas y potencialmente fatales consecuencias.

El uso y abuso de los distractores cuando las acciones de gobierno no alcanzaron para dar soluciones concretas.

Ojalá que esto cambie en el sexenio de Sheinbaum Pardo.

Reconciliar a los mexicanos desde la diversidad de pensamientos e ideologías puede ser la base social ideal para darle forma a la génesis de un mejor gobierno.

El ejercicio de ayer nos hace ser optimistas.

Se notó la diferencia y mucho.

Tanto en la forma como en el fondo.

Esperemos que el formato serio, profesional, y el tono propositivo del discurso se mantengan así en las 1437 mañaneras que vienen.

Ya basta de confrontaciones estériles.

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