Por Valentín Varillas
El haber sido nombrado como parte del próximo gobierno estatal, no garantiza una estancia de largo plazo en las grandes ligas de la política o el servicio público poblanos.
Es más, ni siquiera de que llegarán a despachar en sus respectivos cargos, quienes en este período de transición integran ya la primer lista.
Un 20% del total podría caer en este supuesto, de acuerdo a lo que se maneja al interior del equipo del gobernador electo.
Alejandro Armenta lo sabe de sobra.
Faltaba más.
Ha reconocido públicamente que habrá quienes posiblemente no estén a la altura de la enorme responsabilidad que les ha conferido o inclusive, que tal vez no aguanten la intensa dinámica de trabajo que les espera.
La misma que él lleva a cabo desde siempre y que pretende imponer a quienes sean parte de su administración.
Si bien para Armenta la lealtad, la confianza y la pertenencia de grupo son muy importantes en la integración de su círculo de confianza, estas cualidades no significan un cheque en blanco de vigencia indefinida.
Al contrario.
La revisión permanente de conductas y la capacidad de dar resultados concretos, serán filtros a aplicar para todos y todas.
Por lo mismo, los cambios serán la constante.
Efectividad, antes de amiguismos, compadrazgos y demás.
Los de adentro, antes que nadie, estarán sujetos al más riguroso escrutinio, más allá de afectos y filias ideológicas o de partido.
Y quien no esté a la altura, no tendrá cabida para lo que viene.
Tendrá que irse.
Estas depuraciones son parte importante de las obligaciones principales de quien gobierna.
El compromiso es con los ciudadanos.
Con todos, absolutamente todos.
No hacerlo de esta manera, sí sería una traición artera al mandato constitucional que supone el ser designado como mandatario poblano.
La victoria en las urnas fue demoledora, aplastante, contundente.
Ha generado como nunca enormes expectativas en torno al futuro de Puebla en el corto plazo.
De ahí la urgencia de dar resultados concretos y cumplir a cabalidad con lo ofrecido en campaña.
Quien no lo entienda así; quien caga rendido ante el dulce canto de las sirenas del protagonismo o el lucimiento personal antes de le eficacia y la eficiencia en su chamba, tendrá que buscar de inmediato otros derroteros de vida muy distintos a los que hoy se les presenta.
Que se queden únicamente los que realmente tengan algo valioso que aportar.
Los cambios mejoran, purgan, purifican.
Bienvenidos sean, siempre.