Por Valentín Varillas
Ya es oficial: habrá mañaneras el próximo sexenio.
Así lo declaró la presidenta electa Claudia Sheinbaum hace apenas unos días.
La decisión, sin duda alguna, es un acierto monumental.
Y es que, las conferencias de prensa diarias que diseñó y que lleva a cabo Andrés Manuel López Obrador resultaron ser, en términos de política real, una auténtica joya.
A través de este metódico, muy simple, pero constante ejercicio, el todavía jefe del ejecutivo aplastó a sus adversarios.
Les ganó, caminando, la agenda en términos de opinión pública y publicada.
AMLO sigue marcando los temas centrales del debate nacional.
Y son, faltaba más, los que le representan a él y a su grupo una mayor rentabilidad.
De paso, al ser el protagonista principal, el único y auténtico maestro de ceremonias, ha catapultado su imagen a niveles pocas veces vistos al término de un sexenio.
La aprobación presidencial está por las nubes, es histórica, rompe la tendencia sistemática a la baja con la que cerraron otros gobiernos, lo que marca irreversiblemente a la primera administración emanada de la Cuarta Transformación.
De esta forma, se fue engrosando el sólido blindaje social que envuelve al movimiento hasta la fecha, lo que al final repercutió en la impresionante cantidad de votos que obtuvieron los candidatos del oficialismo en la pasada jornada electoral.
Por si fuera poco y para desgracia de sus opositores, la mañanera también resultó ser un muy efectivo mecanismo de control político.
Ahí están los datos duros, los fríos registros de las victorias conseguidas.
Por todo lo anterior, resultaba un suicidio no seguir llevándolas a cabo.
Las conferencias de prensa serán importantísimas en el arranque del período de Claudia Sheinbaum.
En su estrategia de posicionamiento y legitimación a través de sus primeras acciones de gobierno.
Y no se equivoquen, a diferencia de lo que intentó Xóchitl Gálvez en campaña, Claudia lo hará muy bien.
Ya demostró que pudo desarrollar un discurso, estilo e imagen propios, muy particulares, que permearon entre el electorado con tal contundencia que la han llevado a ser la candidata más votada en toda la historia de la democracia mexicana.
Las mañaneras -este invento genial, único en el mundo- continuarán.
Su formato no va a variar ni un milímetro siquiera.
Y la oposición, como aquellos roedores del pueblo de Hamelin, serán conducidos al cadalso, moviéndose al son de la melodía que cada mañana les compondrá la primera presidenta de México en sus próximas ruedas de prensa.