Por Alejandro Mondragón
El bajo nivel del próximo Congreso del Estado ha sido retratado con singular precisión por la legisladora local, Nayeli Salvatori.
En su cuenta de Facebook hizo una publicación en la que aparece toda pintarrajeada como payasa de crucero.
Dejó para sus seguidores el siguiente mensaje:
“Cenicienta se quitó la zapatilla y encontró a su príncipe azul, yo me encueré toda y me mandaron alv”.
NaySalvatori siempre se escuda en que ofrece algo de humor o que ella personifica a una actriz.
El problema no es precisamente el que use las redes sociales para hacer cualquier tipo de desfiguro o elevar su “imagen” en tiempos de encuestas.
No, es una legisladora que ya no se debe a sus ocurrencias, sino a los electores del distrito, donde fue votada.
Su caso de ninguna manera es aislado. Tantos personajes llegarán al Congreso del Estado para exhibir sus ridiculeces, como Roberto Zataraín, quien se cree chaman y demás yerbas.
Lo más curioso de estos patéticos personajes es, así como entierran cráneos en sus jardines o se pintarrajean de payasas, reclaman seriedad al próximo líder del Congreso y hasta amenazan con tenerlo vigilado.
En el lado opuesto del exhibicionismo aparecen otras cartas legislativas, cuyo protagonismo genera agruras: Kathya Sánchez Rodríguez, Norma Pimentel Méndez, María de la Barreda y Graciela Palomares.
La ignorancia, el desfiguro, el desconocimiento de leyes y padrinazgo forman parte de lo que tendrá que liderear Laura Artemisa García Chávez o José Samuel Aguilar Pala, quienes encabezan los momios para asumir el liderazgo del Congreso de Puebla.
Pero con ese rebaño legislativo puras vergüenzas atenderán.