Por Alejandro Mondragón
El entonces gobernador electo de Puebla, Rafael Moreno Valle, propuso a Genaro García Luna, secretario de Seguridad de Felipe Calderón una terna con favorito para ocupar la misma área en su gabinete.
Ambos acordaron que la mejor opción sería Ardelio Vargas Fosado, un priista al que conocía Genaro en su paso por las áreas de inteligencia del Cisen.
Ardelio que no encajaba bien en el grupo compacto del morenovallismo tuvo su oportunidad en 2012 para integrarse a la campaña de Enrique Peña Nieto y dejó la posición.
Moreno Valle le pidió ooootra recomendación, y García Luna le envió a su brazo operador Facundo Rosas.
No hacía falta un mando único. El secretario de Seguridad provenía del mismo grupo de poder: García Luna.
Por eso, cuando Rafael Moreno Valle se enteró en un viaje de crucero por el mediterráneo que el Ejército atrapó a los jefes policiacos de Facundo Rosas con tambos de gasolina robada tampoco se inmutó.
Sabía que García Luna cubriría a su posición en el gabinete morenovallista. Todo por su porcentaje de retorno del moche.
El anterior pasaje vale la pena recordarlo, porque el gobernador electo, Alejandro Armenta Mier, va en la misma ruta que Moreno Valle: dejar en manos del secretario federal la responsabilidad de la Seguridad en Puebla.
La experiencia nos indica que fue un error hacerlo, porque la presencia de los intereses del funcionario federal en turno abrió la puerta a grupos delincuenciales que, todavía, no puede sacudirse el Estado.
Por el contrario, han ocasionado la disputa del territorio, entre huachicol, huachigas y tráfico de drogas.
El nuevo secretario de Seguridad Federal será Omar García Harfuch, un personaje a quien han ligado consistentemente en la estructura operativa de García Luna.
Como diría el clásico, del tal palo, tal astilla.