Por Alejandro Mondragón
¿Qué diablos pasó con el PAN y sus aliados en la jornada electoral del domingo?
No vieron venir la ola guinda, la cual provocó que entre más participación cívica se daba, se ampliaba la ventaja de los punteros.
El carro completo en Puebla fue demoledor para los panistas, priistas, perredistas que se percataron de su paso cuando ya estaban atropellados.
El gobernador Sergio Salomón Céspedes, a quien el presidente Andrés Manuel López Obrador dio la jefatura política del proceso, entregó más que buenas cuentas.
Claudia Sheinbaum se quedó con la plaza frente a Xóchitl Gálvez; Alejandro Armenta arrasó a Eduardo Rivera; y Pepe Chedraui recuperó la joya de la corona para Morena y aliados.
Tuvo que darse la elección para que los liderazgos panistas se dieran cuenta que la carta ganadora siempre fue Pepe Chedraui, no Mario Riestra.
Lo tenían en sus filas, quiso ser su carta y le cerraron la puerta.
Empeñarse en un burócrata legislativo para competir en las grandes ligas, ahora la pagan con la derrota en la zona metropolitana, en la que la excepción fue San Andrés Cholula que seguirá en manos del PAN.
La oposición que tampoco se dio cuenta del factor Jorge Estefan en la operación electoral. Lo tenía en sus filas, pero dejaron que Néstor Camarillo se quedara con la primera fórmula al Senado, en detrimento de Chidiac.
Uno comete un error en la vida, lo demás son consecuencias.
Eso le pasó al PAN que subestimaron al góber, al candidato Armenta y a Pepe Chedraui.
En la arrogancia llevan la penitencia.