22-11-2024 11:20:00 AM

Marko-RMV: la factura que quedó pendiente

Por Valentín Varillas

 

20 mil votos a favor de Marko Cortés, puso sobre la mesa Rafael Moreno Valle para hacerlo ganar la dirigencia nacional de su partido.

En dinero: algo así como 400 millones de pesos.

Después del proceso electoral del 2018, el gobernador poblano, controlaba cerca del 80% del total de padrón de militantes en el estado, el cual, después del procedimiento de depuración ensayado por el propio partido, había disminuido cerca de 35%.

El garantizar 8 de cada 10 votos, en una entidad de alta prioridad para el panismo, se fue un importante activo que abonó a la legitimidad del todavía presidente del CEN blanquiazul.

Deseable, muy deseable, hubiera sido que en ese momento, el panista levantara la mano y dijera que esos recursos que gustoso recibía, eran producto de la corrupción y la sangría del erario que hoy denuncia.

Era en ese tiempo, por mínima decencia.

No a toro pasado, cuando él mismo se beneficio de un régimen salvaje de utilización de las instituciones públicas del estado para el enriquecimiento personal.

Aunque no le guste que se le recuerde, Markito –así, chiquito- fue parte de la lista de dirigentes panistas títeres de Rafael.

A quienes ordenaba y trataba como auténticas mascotas.

Canes no, porque esos tienen más dignidad.

Moreno Valle los tenía postrados, completa y totalmente a su merced.

Gustavo Madero, primero y Ricardo Anaya también sucumbieron al canto de las sirenas, pagando al final un precio altísimo por el apoyo.

Abrieron la puerta a posiciones irrenunciables sacrificando poder y capacidad en la toma de decisiones, sobre todo Madero, quien hasta la fecha se arrepiente de haber sellado acuerdos que al final en nada le beneficiaron.

Traiciones y la falta de cumplimiento en aquellos que eran básicos, elementales.

Acabo convirtiéndose en un “líder” débil, acotado, secuestrado por aquella mano que meció la cuna para llevarlo al cargo.

Con Anaya sucedió algo similar al principio: presiones, malos tratos y el intento de minimizar su figura como líder partidista.

Partiendo del antecedente vivido con Madero, del que fue Secretario General, Ricardo tomó previsiones, acotó el poder de Rafael y urdió su mejor venganza al convertirse en el candidato del PAN a la presidencia, cargo que obsesionaba severamente al poblano.

Pero mientras, en aquel Piso 3 de la sede nacional, la línea se daba desde Casa Puebla.

Y todos, absolutamente todos, seguían las órdenes al pie de la letra.

Sin chistar, bailaban al ritmo que les marcaba quien en los hechos era su amo.

Aquí y allá.

Ya se les olvidó.

Hoy, en plena coyuntura electoral y porque así les conviene, sufren del síndrome de la amnesia colectiva.

La enfermedad de los cobardes.

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