Por Alejandro Mondragón
En estos tiempos de canallas, donde todos nos perdonamos, hay en verdad estampas que reflejan con claridad la naturaleza de la clase política poblana.
Si Doña Rosario Orozco se reúne en público con Ignacio Mier Velazco en Tehuacán, una como candidata a diputada federal, y el otro como primera fórmula al Senado, arde troya.
¿Pues dónde y con quién sí aplica la unidad en Morena, PT y Verde?
Las críticas no se hicieron esperar. Las redes sociales siguieron en la descalificación por haberse reunido, peeeeero cuando otros personajes lo hacen, aunque saliendo del encuentro lanzan campañas de lodo, ahí todo mundo llama “madurez” “antepone el orgullo por la unidad” y demás lindezas.
Queda claro que el único que sobraba en la elección del 2024 en Puebla era el finado Luis Miguel Barbosa.
Y sólo hay que ver perfiles a las diputaciones locales por la 4T para dejar en claro que siguen sin entender.
¿Cómo explican a la base morenista que el candidato que propuso el partido fue el mismo que durante cuatro años fue señalado de corrupto y facturero?
¿Qué le dirán al ciudadano sobre cierto personaje que también es candidato, pero timó al gobierno del Estado con respiradores mecánicos fake, en plena pandemia del coronavirus?
Son dos preguntas que si aplicamos a cada aspirante morenista jamás se hallaría la respuesta.
Ahora le apuestan al voto ciego, ese que se deposita sin ver lo que el candidato o candidata haya hecho contra el movimiento.
El 2 de junio se sabrá el real costo que tuvieron todas y cada una de las nominaciones a cargos públicos.
No falta mucho.