Por Alejandro Mondragón
Algo ha hecho bien Claudia Sheinbaum para arrancar campaña este 1 de marzo, como puntera de la contienda presidencial.
Peeeero algo ha hecho mal Xóchitl Gálvez para comenzar la jornada electoral muy rezagada.
En política no hay absolutos, sino matices. La elección se ganará el 2 de junio del 2024, en las urnas; no el 1 de marzo, en las encuestas.
Los últimos sondeos ponen a la candidata de la Coalición Fuerza y Corazón por México en la picota.
La menos le otorga a Sheinbaum una ventaja de 18 puntos (El Financiero), la más le da 37.2 puntos (Covarrubias y Asociados).
El punto es que las evaluaciones no están publicando el voto de los indecisos que fluctúa entre rangos del 8 por ciento (GEA-ISA) y 21 por ciento (Buendía & Márquez/El Universal).
Aún existe un amplio espectro de votantes que está indeciso en su preferencia, lo que expertos llaman “sufragio oculto”.
La tendencia indica que este factor jamás favorece a la carta oficial, sino a los opositores.
Los beneficiarios de programas sociales no expresarían que votarían por Xóchitl Gálvez por temor a que le retiren su apoyo.
Es normal.
Esta parte de las encuestas tiene que visibilizarse para que al rato nadie se llame sorprendido, como ha ocurrido en otros países en los que según las encuestas favorecían a ciertos candidatos/as y al final se votó por los opositores.
Ahí están los casos de Argentina, Ecuador, Guatemala, incluso en naciones europeas como Francia y España o en el mismísimo Estados Unidos.
La película hay que verla completa y leer hasta los créditos, donde suelen incluir escenas inéditas.
Si se pierde de vista que la elección se vota el 2 de junio del 2024, algo se pudrió ya en Dinamarca.