Por Alejandro Mondragón
Cuatro son los estados considerados de alta prioridad para arquitectos y operadores del llamado frente opositor.
Se trata de Puebla, Ciudad de México, Guanajuato y Yucatán, estos dos últimos bastiones del panismo.
En tales entidades habrá recursos, estructura operativa, war room, agenda, guía discursiva y, sobre todo, una confrontación real contra la Cuarta Transformación.
Eduardo Rivera Pérez, la carta opositora en Puebla; Santiago Taboada, Ciudad de México; Libia García en Guanajuato; y Renán Barrera, Yucatán. Todos con las siglas del Partido Acción Nacional.
En tales demarcaciones, además, existe otro factor relevante: la tropicalización de la elección. Las cartas opositoras locales se encuentran mejor posicionadas que la abanderada del bloque a la Presidencia, Xóchitl Gálvez.
En el caso de Puebla, la zona metropolitana de la Angelópolis reviste importancia respecto a la sinergia que se busca con la apuesta frentista. Sólo hay que recordar que 45 por ciento del electorado en el estado reside en esta franja.
Acción Nacional llevará mano en los municipios en los que hoy son gobierno, por lo que tales factores darán paso a candidaturas que sumen, por la vía de la reelección o nueva postulación.
El Frente Amplio por México, conocido ahora como Frente Fuerza y Corazón por México, responde a intereses del gran capital, dirigencias empresariales, agrupaciones cívicas y académicas para poner alto a la 4T.
En aquellas entidades, como Puebla, Ciudad de México, Guanajuato y Yucatán, se respeta el regionalismo en manos del PAN con la alianza del PRI, PRD y, en el caso de la entidad, PSI.
Por lo pronto, las otras cinco entidades en disputa, Veracruz, Morelos, Tabasco, Chiapas y Jalisco estarán en la inercia de la elección federal y lo que resulte, porque las prioridades son otras.
