Por Alejandro Mondragón
El presidente Andrés Manuel López Obrador se lanzó, en su mañanera, contra la obra del segundo piso de la autopista México-Puebla, que conecta de la Volkswagen al estadio Cuauhtémoc.
Tuvieron que pasar diez años para que se dieran cuenta que fue el gran negocio peñista-morenovallista, a cargo del erario.
Siempre la comparación ayuda mejor al análisis:
Los proyectos de los segundos pisos de las autopistas México-Toluca y México-Puebla son idénticos, pero el poblano fue tres veces más caro que el toluqueño.
Inexplicable que el diseño, construcción, extensión, operación y respaldo político-gubernamental de los segundos pisos fueran el mismo, pero cada kilómetro del de Puebla salió más caro con una diferencia de 507.4 millones de pesos sobre el de Toluca.
Ambos proyectos carreteros son prácticamente lo mismo: inversión del gobierno de Enrique Peña Nieto, apalancada por Banobras, con la coordinación de los entonces mandatarios de Puebla, Rafael Moreno Valle; y Eruviel Ávila del Estado de México.
Los grupos constructores también fueron los mismos: OHL, vía su filial Proyecto Viales de México y Pinfra. Como agente colocador financiero de los proyectos de bursatilización: Interacciones.
El segundo piso México-Toluca ascendió su monto de inversión a 3 mil 500 millones de pesos en una extensión de 15 kilómetros. Cada km costó 233.3 millones de pesos
El segundo piso de la autopista México-Puebla tuvo una aportación de 10 mil millones de pesos, pero en una extensión más corta de 13.5 kilómetros. Cada km costó en ¡740.7 millones de pesos!
Es decir, la diferencia entre dichos proyectos idénticos será de 507.4 millones de pesos.
El gobernador Rafael Moreno Valle pidió en su III Informe de labores a Peña Nieto su disposición para construir dicha obra en 2014:
“Para muchas personas esta obra parece “inalcanzable”, aseguró el poblano, quien, empero, se dijo convencido que con el apoyo del titular del Ejecutivo Federal se hará una realidad.
“Se justifica el proyecto, principalmente por la alta afluencia de la autopista México-Veracruz. El tramo que se desarrollaría tendría un aforo vehicular de 90 mil vehículos y traería beneficio para un millón 539 mil personas”, determinó la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Así que el segundo piso de Puebla resultó ser el negocio del siglo, claro, con cargo al erario.