01-05-2024 10:24:30 PM

No habrá Ebrard poblano

Por Valentín Varillas 

 

A pesar de los rounds de sombra que veremos en las próximas dos semanas, no se vislumbran rupturas entre los aspirantes del oficialismo al gobierno del estado y su partido. 

Ninguno de los finalistas que serán medidos en la encuesta tiene considerado este escenario en su futuro inmediato. 

Al contrario. 

No les conviene ni siquiera mandar señales de rebeldía. 

Ni las más tibias. 

Acatarán sin chistar el resultado del ejercicio. 

Y se sumarán con todo a quien resulte el ungido. 

Gustosos o no. 

Una revisión somera de la realidad política de los precandidatos nos muestra que, para ellos, no hay vida más allá de Morena. 

Los favoritos: Mier y Armenta, por ejemplo. 

El primero tendría cabida en el diseño y operación de la campaña de Claudia Sheinbaum, de la mano de Adán Augusto López, quien seguramente será su coordinador general. 

De ganar, como todo parece indicar, el tabasqueño tendría asegurada su llegada a la Secretaría de Gobernación. 

Sí, otra vez. 

Se trata de una pieza fundamental en términos de gobernabilidad, por lo menos al inicio de lo que sería el segundo gobierno emanado de la 4T. 

Y ahí podría estar Nacho, o bien en alguna otra posición de primer nivel en la administración pública estatal. 

Su institucionalidad está fuera de toda duda. 

Lo mismo su cercanía y confianza con el presidente López Obrador. 

Jamás sería un factor que pudiera complicarle a Andrés Manuel la sucesión en Puebla. 

Armenta, con todo y su papel de rebelde. 

El mismo que se atrevió en el 2019 a cuestionar en tribunales el proceso de selección de Miguel Barbosa como candidato, hoy no se atrevería a llevar a cabo una acción similar. 

Entendió que dudar de la legitimidad de lo que pasa en la vida interna de Morena, es un suicidio político. 

No cometería el mismo error. 

Hoy, hace todo lo posible por venderse en redes como un perfil leal al presidente. Como un incondicional soldado de la 4T. 

Romper y competir bajo el cobijo de otro partido está prácticamente descartado. 

El famoso Frente Opositor tiene ya prácticamente a su candidato.  

Y aunque hace algunas semanas se dieron modestos coqueteos con Movimiento Ciudadano, sabe que la victoria bajo siglas es prácticamente imposible. 

Es más, la lógica elemental indica que su éxodo dividiría en los hechos el voto opositor, facilitando la victoria del candidato oficial. 

Una reelección en el Senado, o bien competir por la presidencia municipal de la capital, serían los caminos más probables. 

Rodrigo Abdala es un auténtico convencido de que, efectivamente, este país vive una profunda transformación de su vida pública. 

Por congruencia ideológica, jamás rompería con el movimiento. 

El respeto absoluto que le ha mostrado a todos los contendientes y a los distintos liderazgos políticos, tanto en el estado como a nivel federal, le garantizan continuar en las grandes ligas de la política si no gana el proceso interno. 

Aquí, o bien muy cerca de Claudia Sheinbaum. 

Julio Huerta ha hecho relaciones de poder en Puebla, antes y después de la muerte de Miguel Barbosa. 

Si no es candidato, las aprovechará para conseguir los apoyos necesarios para tener continuidad en el servicio público. 

Su Plan B pasaría por una diputación federal, negociando una buena posición en la lista nacional de candidatos de representación proporcional en lo que a la 4ª Circunscripción se refiere. 

Claudia Rivera Vivanco tiene inmejorables relaciones en la estructura nacional de Morena. 

Si no queda como candidata, existen caminos que la llevarían a entrar de lleno a la vida pública en la capital del país. 

Liz Sánchez y Olivia Salomón, de no resultar ninguna de ellas nominada a la gubernatura, podrían tener un papel importante en la conformación del próximo congreso local. 

Un tema fundamental para facilitar el ejercicio de gobierno de quien sea el próximo jefe del ejecutivo estatal. 

Así las cosas. 

¿Política ficción? -sí. 

Todos los anteriores son escenarios posibles. 

En algunos casos, se trata de los que más probabilidades tienen de convertirse en realidad. 

Pero ninguno de ellos pasa por la rebeldía. 

Tampoco por la ruptura. 

Por más tambores de guerra que suenen próximamente. 

A nadie conviene un escenario así. 

Todos, absolutamente todos, dentro y fuera de las instancias propias del partido, que la instrucción es ganar a como dé lugar. 

En Puebla no habrá siquiera un Marcelo Ebrard que finja rebeldía para encarecer su premio de consolación. 

Aceptarán gustosos, lo que al final esté disponible para ellos. 

No tienen de otra. 

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