05-05-2024 01:55:43 AM

Huerta: la micropsia sucesoria

Por Valentín Varillas 

 

La cabeza del comunicado de prensa no tiene desperdicio. 

Es para enmarcarse. 

“Lidera Julio Huerta bloque de unidad por la transformación de Puebla”. 

De locos. 

Él, al frente de todos. 

Por encima de todos. 

Arriba de todos. 

El uso mismo del término pretende definir jerarquías. 

Líder sólo puede haber uno. 

No hay lugar para nadie más y quien ejerce este liderazgo no comparte jamás sus posición de poder. 

Los demás, en este contexto, pasan a ser sus subordinados. 

No tienen cabida en una posición de igualdad o de equidad frente al que ya se definió como cabeza de este “bloque”. 

La foto que acompaña el mentiroso mamotreto es igualmente engañosa. 

Huerta en medio de todos y los que están a su alrededor, lucen como meros accesorios. 

Como figuras decorativas que son utilizadas gráficamente para engrandecerlo.  

A ese nivel.  

Pareciera inclusive que los pusieron ahí para vender que ya desde ahora, cuando no hay nada definido todavía, no tienen más remedio que rendirle pleitesía. 

Que se rindieron en sus respectivos proyectos políticos y hoy se le entregan para ver cuántas  de qué tamaño serán las migajas que les repartirán. 

Vaya afrenta. 

Increíble semejante falta de respeto a quienes, en teoría, acudieron a su llamado en aras de la unidad del partido en el poder. 

La manipulación simbólica o propagandística, es muy común en la estrategia que se utiliza en la mercadotecnia para vender los famosos productos milagro. 

Se privilegian las medias verdades, las mentiras arteras, la manipulación de imágenes, coyunturas y realidades, cuando no existe realmente una razón de fondo que respalde la compra del producto. 

Vea los espectaculares acompañado siempre de la figura de Claudia Sheinbaum. 

La misma que ya le mandó un mensaje a quienes se asumieron como los defensores de sus intereses en los estados, durante el proceso mediante el cual fue electa como virtual candidata presidencial, pero que no cumplen con os requisitos de le rentabilidad electoral ara ser competitivos. 

Es decir, para ganar posiciones fundamentales que abonen a la continuidad de la 4T en lo más alto del poder político nacional. 

“No tienen ninguna posición asegurada”. 

A la par, un nuevo espectacular pautado en varias pantallas electrónicas asegura que Huerta es ya el “ganador”, basándose en que fue el perfil que más votos obtuvo por parte de los consejeros estatales. 

Nada más. 

De ahí a que tome protesta como el abanderado del oficialismo al gobierno poblano, hay galaxias de diferencia. 

Como le comentaba en la entrega de ayer, arrancó ya el uso de la narrativa de la victoria como estrategia para influir en el sentido del voto ciudadano. 

Con una enorme diferencia: Sheinbaum ya ganó un proceso interno en donde las empresas encuestadoras de mayor prestigio en el país siempre la colocaron como puntera. 

Ya como virtual candidata, le dan 30 puntos de ventaja. 

Huerta, en ninguno de los ejercicios serios que se han hecho en el estado, aparece en el primer lugar y lo peor: ni siquiera lo ubican en una realidad medianamente competitiva. 

Ni al interior del partido y mucho menos, entre el electorado potencial. 

Peor, imposible. 

Lewis Carroll creo un maravilloso personaje, Alicia que más allá de ser utilizado por el escritor inglés para darle forma a una crítica durísima a la sociedad victoriana, en el desarrollo de esta breve novela también se enfrenta a una extraña condición : aumenta y disminuye de tamaño varias veces. 

A partir de ahí, los psicólogos nombraron a la micropsia como el Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas.  

Quienes lo padecen, sufren de un trastorno neurológico que los hace perder toda proporción de la realidad. 

Viven en un mundo propio en donde ellos y quienes los rodean se hacen grandes y pequeños a voluntad, pero, sobre todo, de acuerdo con su propia conveniencia. 

Cualquier parecido con el caso Julio Huerta, créame, no es mera coincidencia. 

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