Por Alejandro Mondragón
El día D llegó para aspirantes de Morena a la gubernatura en 2024. Esa ansiada convocatoria que se publicará este lunes y provocó el desvelo patrio de todos.
Aunque el morbo político se localiza en los candados que traerá y las cláusulas a favor de algún aspirante para perfilarlo, lo cierto es que hay reglas no escritas que se tienen que observar para los participantes.
La coordinadora nacional de los Comités de Defensa de Cuarta Transformación, Claudia Sheinbaum, anticipó que no llevarán mano aquellos personajes que la apoyaron en su camino con ganar las encuestas en Morena (madre y espejos).
Y en lenguaje coloquial habría que traducirla con base en el Pequeño Diccionario de la 4T, escrito por Andrés Manuel López Obrador.
“Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”.
Está claro que el pastel es tan grande en candidaturas que a todos y todas alcanzará, nada más no dejará (Sheinbaum) que se use su nombre y posición por parte de aspirantes a las gubernaturas.
La encuesta será la que decida todo.
Entonces, ¿Qué pasará con aquellos que hoy usan su imagen en espectaculares?
Claudia ya dijo que no tiene favorito/a.
El propio gobernador Sergio Salomón también dejó en claro que tampoco lo tiene.
Personajes nacionales, derrotados en la encuesta por Sheinbaum, qué papel van a jugar en términos de sus afectos.
Las estructuras de alcaldes que también tienen sus favoritos se verán desmanteladas.
Nadie, ninguna autoridad local, podrá meterse en un proceso, en el que Sheinbaum se juega su credibilidad y el principio de la legitimidad que le regateó desde su unción el excanciller Marcelo Ebrard.
Las letras chiquitas de la convocatoria de Morena quizá no resulten tan relevantes, como el interés porque gane el perfil más competitivo, que le garantice votos frente a una rabiosa oposición.
