Por Alejandro Mondragón
El Grupo Entre Fuegos, operador de las franquicias de Novorigen, La Textilería y la 3ra Ronda, entre otros, está vías del remate o quiebra
La razón es muy simple. Su principal socio Eduardo Ramos, encarcelado por delincuencia organizada y lavado de dinero, perdió los últimos amparos para seguir su proceso fuera del penal.
La justicia le impone el pago de una deuda por 225 millones de pesos, pero los activos del Grupo Entre Fuegos se encuentran hipotecados ante la banca comercial.
La cadena de restaurantes que manejaba en Ciudad de México, Cancún y Puebla enfrenta el fallo en Conciliación y Arbitráje para que cubra, además, los adeudos con empleados y trabajadores.
A Eduardo Ramos ya lo dejaron solo en la cárcel, apenas comunicó a su séquito, la semana pasada, de la resolución que lo mantendrá preso.
Su socio Carlos Azomoza ya ni aparece en los restaurantes.
Se mantiene exclusivamente para seguir en el puesto de presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados, la Canirac Puebla.
Un familiar se encarga, a su nombre, de revisar pendientes. Otro dirigente empresarial que encabeza una cámara del sector sin negocio.
Vaya dilema de los organismos del sector privado, cuyos dirigentes más allá de los problemas inherentes que trajo la crisis del coronavirus, se extralimitaron en gastos, endeudaron y lavaron más que todas las tintorerías de Puebla.
Se empacharon de un poder que les vendieron tendrían como aliados de gobiernos hasta que llegó la Cuarta Transformación y los puso en su verdadero lugar.
