Por Alejandro Mondragón
Existen señales muy claras que tienen que ver con la sucesión en Puebla.
De ninguna manera conducen hacia quién será el elegido, sino, más bien, con el género y el significado de piso parejo.
El viernes de la semana pasada, la dirigencia estatal de Morena convocó a un encuentro de jóvenes morenistas, a la que acudió la secretaria general, Citlalli Hernández.
A la reunión arribaron los aspirantes de la gubernatura: (Alejandro) Armenta, (Julio) Huerta e (Ignacio) Mier, sentados, sin duda, en orden alfabético.
Ninguna mujer fue convocada, aunque ello no significa que no pueda participar el género femenino.
Recuerde que en la plaza donde toca hombre, la mujer sí participa en la encuesta, lo que no ocurre al revés.
Se habló en redes sobre quién garantiza la unidad y creo que ninguno de ellos, porque son contendientes que buscan lo mismo.
El garante de la unidad morenista en el país se llama Andrés Manuel López Obrador y en Puebla, Sergio Céspedes Peregrina.
Ya en esta semana, el presidente López Obrador se lanzó contra el secretario de Gobierno de Veracruz, Eric Cisneros, por tapizar de espectaculares todo el estado.
“Pues está mal. Qué tiene que hacer un Secretario de Gobierno haciéndose publicidad; si quiere ser candidato que renuncie a su cargo”, respondió AMLO cuando fue cuestionado sobre los espectaculares con el nombre del funcionario del Gobierno de Cuitláhuac García.
El mensaje es muy claro: Si López Obrador no va imponer candidato/a, tampoco los gobernadores/as.
El piso parejo es la regla, norma, propósito y fin de la contienda al interior de Morena.
Conforme avanza el proceso morenista, se observa un cierto desapego presidencial sobre alguna preferencia. El o la mejor posicionada será la que reciba el respaldo de todos, aunque ello implique que la carta ganadora tampoco se la deba a López Obrador, una vez que inicie su propia gestión.