Por Alejandro Mondragón
Quizá la principal aportación de la Cuarta Transformación a los y las mexicanas sea la muerte del dedazo, en todos sus frentes.
Hasta hace un mes el escenario de la gran favorita, Claudia Sheinbaum, exjefa de gobierno de la Ciudad de México era lo más lógico.
Ello había provocado que al interior de la oposición empezaran a manejar nombres de mujeres para enfrentar a la carta principal de Andrés Manuel López Obrador.
Surgieron los nombres de Xóchitl Gálvez, Lilly Téllez, Beatriz Paredes y Claudia Ruiz Massieu.
Sin embargo, toooooodo cambió en el imaginario colectivo. El presidente López Obrador se creyó demócrata y abrió no sólo su juego de piso parejo, sino el de la misma oposición.
Ahora, la pregunta que se formulan es ¿Claudia Sheinbaum está fortalecida o inflada por las estructuras estatales que había consolidado antes del piso parejo?
¿Cómo operará en los 60 días que faltan de la contienda interna con gobiernos y estructuras inmovilizadas, frente a Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco?
AMLO ya se lavó las manos y dejó en claro que nadie de los gobiernos federal, estatales y municipales, así como legisladores y senadores van a irse a la cargada.
El método de encuestas lo define todo, pero el resultado será de la fotografía que se tome al final de los recorridos de sus aspirantes.
Y la oposición en la misma tesitura entró a la dinámica de los sondeos y elecciones abiertas para definir a sus cartas que hasta el momento suman más de 14.
El dedazo impune que se dio por años en el país quedó como fórmula agotada. Quizá haya el que crea que se trata de un modelo disfrazado.
Nada más vean las caras de los y las favoritas para darse cuenta que no será fácil alcanzar las nominaciones para la 4T y sus opositores.
Hoy tienen más dudas que certezas.
Ooootra vez, López Obrador marcó la agenda.