Por Alejandro Mondragón
Que lo accesorio sigue la suerte de lo principal, es hoy una de las reglas más claras de la política.
El presidente Andrés Manuel López Obrador resolvió el galimatías de su sucesión. Se creyó demócrata.
Reglas en las que todos y todas renuncian o solicitan licencias definitivas para garantizar piso parejo, aspirantes que pierdan la encuesta nacional irán al liderazgo al senado (segundo lugar) a la cámara de diputados (tercer sitio) y a un puesto relevante del gabinete de quien gane.
Le decía: todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar. La magia de los refrenes populares en la política de la Cuarta Transformación.
Ese modelo no tendría por qué ser diferente en las nueve entidades federativa para elegir a la carta para las gubernaturas.
No se romperá el principio de equidad de 5 estados para mujeres y 4 para hombres, lo que sí es que las nuevas reglas que se darán a conocer este domingo cambian el escenario, sobre todo para quienes aprovecharon el cargo público para promoverse.
A nivel nacional, la más afectada -si tiene que dejar el gobierno de la Ciudad de México- es Claudia Sheinbaum, quien, aunque sus alianzas políticas están amarradas, la ausencia de reflectores permitirá la presencia del canciller Marcelo Ebrard. Otro que perderá caja de resonancia es el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
En Puebla, ¿cómo le hará Julio Huerta sin la estructura de Gobernación o Rodrigo Abdala sin la superestructura federal del Bienestar?
Los Primos, si es que también piden licencia definitiva al cargo (lo que impediría en caso de Alejandro Armenta la relección de no ser favorecido por la encuesta), tendrán un mayor margen de maniobra.
¿Ignacio Mier pedirá licencia con lo que ello implica: no operar el último presupuesto federal de AMLO?
Lo cierto es que López Obrador ya dejó claro que en Morena la 4T está por encima de los nombres.
Y eso, nadie lo puede remediar, aunque sea de dientes para afuera.
El método Coahuila le da terror.