17-05-2024 11:18:11 PM

El factor Moreira 

Por Valentín Varillas  

 

Rubén Moreira fue fundamental para que, en la jornada del domingo, los resultados electorales se dieran exactamente como se habían planeado en Palacio Nacional. 

El priista, se ha convertido en uno de los operadores políticos de mayor importancia y eficacia para el secretario de gobernación Adán Augusto López. 

Y se notó, en función de lo que pasó, tanto en el Estado de México como en Coahuila. 

En el primero, Moreira supo mantener al margen al grupo opositor a Alejandro Moreno al interior del tricolor. 

Ni Miguel Ángel Osorio Chong, mucho menos Claudia Ruiz Massieu y sus aliados, pudieron hacer algo para modificar el acuerdo que se tenía ya desde hace prácticamente 6 años, cuando era un hecho que Andrés Manuel López Obrador sería presidente de este país. 

Dejar gobernar 6 años más al Grupo Atlacomulco y luego, tomar el control político absoluto de la entidad más cotizada en número de votos potenciales, en plena coyuntura de sucesión presidencial. 

Moreira los contuvo, los acorraló y los redujo a su mínima expresión. 

Ahí, mantuvo una comunicación permanente con Alfredo del Mazo y con el propio Adán Augusto, para que no quedara un solo hilo suelto y se llegara a la meta: un triunfo de Delfina Gómez por un margen lo suficientemente amplio para evitar la judicialización de la elección. 

Y así fue. 

El resultado es de una contundencia tal, que no hay elemento alguno que justifique su impugnación en tribunales. 

Rubén fue fundamental para que el PRI dejara de ser gobierno en aquella entidad, después de casi un siglo. 

El verdugo de su partido apareció -en el colmo del surrealismo- al lado de Alejandra del Moral en el momento en el que reconoció públicamente su derrota. 

Increíble, pero muy astuto. 

No quiso ir a Coahuila, su estado, en pleno furor por la victoria. 

Una victoria suya, más que del partido. 

Naturalmente, iba a jalar buena parte de los reflectores mediáticos y se iba a enfrentar a una serie de cuestionamientos incómodos sobre qué papel jugará él o sus familiares y allegados en el gobierno de Manuel Jiménez. 

El comentario más contundente que tuvo sobre los resultados del domingo fue una publicación en sus redes sociales en donde aparecía la imagen de una botella de cerveza al lado de un vaso, acompañados de la frase: “Yo feliz”. 

Más claro, imposible. 

La política es hoy un deporte individual y no un juego de conjunto. 

Las catástrofes partidistas pueden ser grandes victorias para algunos. 

Se trata de estar, dice el lugar común, “del lado correcto de la historia”. 

Más bien se trata de contar con aliados poderosos y mandar al carajo la siempre incómoda congruencia ideológica. 

Hoy parece que ésta no sirve ya para nada. 

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