Por Valentín Varillas
Dice el lugar común que Morena no es un partido político real, formal, institucional; apegado a estatutos.
Los definen como un grupo de tribus antropófagas que se devoran unas a otras.
¿Y sus férreos críticos cómo andan?
Me refiero a los partidos “de oposición”.
Están mucho más divididos que el oficialismo.
Movimiento Ciudadano fracturando el voto anti-Morena en el Estado de México y Coahuila.
Mandando candidatos propios y golpeando con todo al PRI, parte de la alianza opositora con la que competirán para intentar retener el poder en esos estados.
Aquí, sin embargo, no hay traición.
MC anunció desde hace meses que ésa iba a ser su estrategia, la que seguramente repetirán para la presidencial del 24.
¿Pero qué tal PAN y PRI?
El primero, con sus “liderazgos” dándose con todo.
Una batalla interna entre Creel y la senadora Téllez de un nivel ínfimo.
Nada espanta más a la conservadora militancia de la derecha nacional que una división interna.
Nada ahuyenta más al perfil del potencial votante opositor, que las luchas intestinas por el reparto de candidaturas, con sus respectivas consecuencias.
¿Y el PRI?
Alito se destapa como candidato presidencial, cuando existe un acuerdo previo, por escrito, debidamente protocolizado y firmado por el propio priista y por el resto de los líderes nacionales de los partidos que conforman la alianza, en donde está perfectamente claro que sería Acción Nacional quien designaría el candidato de la coalición.
Una medida lógica si tomamos en cuenta el nivel de voto histórico del PAN a nivel nacional y su posicionamiento en las encuestas.
Moreno actúa como un burdo esquirol, golpeando a sus supuestos aliados burlándose del famoso millón de firmas que pedirán como requisito para quien aspire a la candidatura.
Son los estertores de una alianza que ya no da para más.
O quizás, sólo alcanzó para evitar que Morena tuviera mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en la segunda mitad del sexenio y de paso arrebatarles bastiones históricos ubicados en la Ciudad de México.
A cambio, desde la llegada de AMLO a la presidencia, PAN, PRI y PRD han perdido los siguientes estados que gobernaban: Puebla -en elección extraordinaria-, Sinaloa, Sonora, Guerrero, Colima, Campeche, Tamaulipas, Baja California Sur, Nayarit, Hidalgo, Oaxaca, Zacatecas y Quintana Roo.
Tiene como aliados incondicionales a los gobiernos de Morelos, Nuevo León y San Luis Potosí.
Y lo peor: Todas las encuestas serias muestran que, solos o en alianza, llevan una desventaja de dos dígitos de cara a la sucesión del próximo año.
Esta es la realidad que desnuda y que ubica en su justa dimensión a la muy pobre oposición nacional.
Para llorar.