Por Alejandro Mondragón
En 1997 un grupo de académicos y periodistas abordaron por vez primera el derecho a saber de los mexicanos.
Se trató del primer esbozo de acceso a la información en el país que más tarde tomaría forma como el Grupo Oaxaca, a la postre Instituto Federal de Acceso a la Información que terminó por ser un órgano autónomo denominado INAI.
Uno de los impulsores fue ni más ni menos Jenaro Villamil, entonces reportero de La Jornada y hoy presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano.
Como promotor del derecho a saber de los mexicanos, Villamil insistió en la importancia de la transparencia para la sociedad.
Ahora, en su papel de defensor de la Cuarta Transformación se suma a la posición de Andrés Manuel López Obrador para dejar morir al INAI.
“No sirve para nada”, dijo el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Obrador.
Se equivocan rotundamente sobre la naturaleza de este órgano autónomo, dirigido por la poblana Blanca Lilia Ibarra.
El Instituto de Transparencia es de los ciudadanos, no del gobierno.
Nació para servir a los y las mexicanos en la rendición de cuentas por parte de los gobernantes.
Hoy que desde el poder se pretende aniquilar al INAI bien valdría la pena indicar que se arrebata al ciudadano de su derecho a saber.
Es una expropiación al libre acceso de la información para transparentar las cuentas.
Un contrapeso que construyó la sociedad, no el gobierno en turno.