18-05-2024 10:05:49 PM

El regreso de los vencidos

Por Valentín Varillas

 

Si no es imputada por el delito de violencia política de género, en legítimo uso de sus derechos políticos, Claudia Rivera Vivanco se ha destapado públicamente como aspirante de Morena a gobernar el estado.

Lo mismo sucede con Karina Pérez Popoca quien, otra vez, buscará la presidencia municipal en San Andrés Cholula.

Claudia, en su intento de reelección en la ciudad de Puebla, perdió por 21 puntos porcentuales.

Obtuvo cerca de 115 mil votos menos que el panista Eduardo Rivera Pérez.

Pésimo antecedente numérico, tomando en cuenta que la capital es la principal fuente de votos en todo el territorio poblano.

Karina fue derrotada por una diferencia de casi el 10 % del total de los votos.

Edmundo Tlatehui tuvo 5 mil más, en un proceso en donde compitieron 7 candidatos.

Es decir, aunque hubo más propuestas que sin duda dividieron el voto opositor, el descalabro de Morena fue demoledor.

Ambas, hay que recordarlo, contaban en su momento con la capacidad de operación financiera y electoral que te da el estar ejerciendo “de facto” el cargo.

Con puro incondicional en puestos clave de la administración pública que van a sumar a tu proyecto.

Una ventaja competitiva fundamental para obtener buenos resultados.

La bendita dualidad de ser candidata, pero a la vez, la voz cantante del municipio en donde pretendes reelegirte. 

Es obvio que, en este contexto, ninguna de ellas cumpliría con lo que marcan los fríos requisitos de la rentabilidad electoral para ser consideradas como las mejores opciones para competir en el 2024.

Y esta conclusión viene acompañada de una valoración numérica, clara, al margen de opiniones personales o de filias y fobias.

Ellas, al haberlo vivido en primera persona, lo saben mejor que nadie.

Sin embargo, son otras y muy variadas las razones que las motivan a buscar regresar a la lucha electoral.

De entrada: la cuota de género.

Que su partido determine que serán mujeres las que compitan por el cargo al que ellas aspiran, respectivamente.

Después, le apuestan a fenómeno de arrastre y de operación oficial.

A que, desde el discurso público, el presidente López Obrador siga haciendo proselitismo a favor de su partido y que continúe afinando el entramado institucional y su funcionamiento para generarles votos a sus candidatos en toda la República.

Algo parecido a lo que sucedió en el 2018 y que sin duda, fue el factor principal que explica los triunfos tanto de Rivera Vivanco, como de Pérez Popoca en aquella elección.

El simple pronunciamiento público de sus aspiraciones –legítimas, repito- es un reconocimiento implícito de que los liderazgos del oficialismo esperan beneficiarse de una elección de estado y no del voto orgánico.

El natural, el espontáneo.

Aquel que se emite por convencimiento y no por una conveniencia económica o política.

Ese mismo voto que repudió sus respectivos gobiernos en el 2021.

Esos que seguramente no han cambiado de opinión y que sin duda volverían a rechazarlas en las urnas.

La estructura, por encima de la voluntad popular.

A eso le tiran, nada más.

Para eso les alcanza; no tienen de otra.

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