Por Alejandro Mondragón
Puebla fue escenario hace más de un año de uno de los sucesos más funestos: el cadáver de un bebé apareció en el basurero del penal de San Miguel.
Se indagó y se determinó que el cuerpo fue exhumado de un panteón de la Ciudad de México para traerlo al estado y usarlo en algún tipo de ritual satánico.
Lo anterior viene a colación porque el número de casos de personas desaparecidas es ya brutal.
El grave problema es que los datos oficiales no se acercan ni a la realidad. En el sexenio de Felipe Calderón, las desapariciones rebasaron todo pronóstico.
Se habló de los fines de las organizaciones criminales para conquistar territorios y protegerlos de otros cárteles y del gobierno federal, con la directa intervención del mismo Genaro García Luna para dar el apoyo al Cártel de Sinaloa y aniquilar a la competencia.
Pero un tema que no se toca, por ignorancia o lo escabroso del asunto, son los medios de los dirigentes de las organizaciones criminales para tal efecto. No solo contaron (y cuentan) con protección gubernamental, sino que también han buscado la protección paranormal.
De acuerdo con expertos en inteligencia, las organizaciones criminales tienen en común con las sectas: el secretismo, pues buscan mantener oculta su estructura, su forma de trabajo, su financiamiento.
El culto de mayor visibilidad es el de La Santa Muerte, siempre asociado a personajes (lícitos o ilícitos) que desarrollan alguna actividad de alto riesgo. No obstante, existen otros que también tienen vigencia en nuestro país como el Palo Mayombe, Yourubas y ritos satánicos.
En 1989 se supo a nivel nacional del tema del culto de palo mayombe por Adolfo de Jesús Constanzo y los mal llamado “narcosatánicos”, donde ciertamente este individuo vendía sus servicios de brujería a narcotraficantes, con el argumento de protegerlos en sus negocios.
Para este tipo de actos los sacrificios humanos eran menester, por lo que los secuestros y desapariciones se dieron de forma constante, aunque los perfiles de las víctimas eran específicos.
A diferencia de los ritos católicos, donde existe una metodología para su realización, en los ritos satánicos solo existe la figura central de Satanás o Lucifer, pero los rituales son variados en su desarrollo, aunque los sacrificios humanos son el común denominador.
En Tijuana y Ciudad Juárez los Zetas intentaron hacerse de la plaza, por lo que contactaron a personajes ligados a una secta inidentificable a la que proveyeron de mujeres jóvenes de ciertas características físicas para tales sacrificios.
Ciudad Juárez lo mismo, desde la década de los 90´s del siglo pasado inició ese proceso indignante de secuestro, violencia, homicidio y desaparición de mujeres, de donde surgió en México el término legal de “feminicidio”.
Si bien la violencia sexual en contra de las mujeres fue el mayor móvil de dichas acciones, el gobierno ha ocultado desde ese entonces los restos que fueron utilizados de forma ritual, por lo que es más efectivo simplemente deshacerse de los cadáveres y de ahí el alto número de desaparecidos que nunca encuentran su cuerpo.
Fuentes de alto nivel y de tropa misma del área de inteligencia, han confiado que entre 2001 y 2015 la realización de operaciones de alto nivel de confidencialidad para destruir altares y lugares de adoración de La Santa Muerte, Satanás y de brujas, principalmente en la sierra de Santa Martha (que de forma lineal está kms de Catemaco, Veracruz) y en las sierras de Durango y Guerrero, así como en Ciudad Juárez.
Aunque en el pasado inmediato se habrían llevado más operaciones. Tan solo en agosto de 2020 militares estuvieron encubiertos en el centro de Catemaco, en la búsqueda de información acerca de la sierra de Santa Martha, así como de la selva de San Martín Tuxtla.
Se puede inferir que las desapariciones de personas obedecen a motivos ilícitos como tráfico de personas, de órganos o para entrenamiento de sicarios (específico de GAFES y Kaibiles) pero también en rituales poco claros y casi nunca difundidos, toda vez que en las sectas se menciona -por parte de militares del área de inteligencia- son encabezadas por gente de alto nivel financiero y gubernamental.
Como le referí al inicio de la columna, otro aspecto del cual se nutren las sectas para dar sus servicios a las organizaciones criminales se refleja en el saqueo de panteones, dónde se buscan todo tipo de cadáveres.
Un ejemplo claro lo que ocurrió con el cadáver de un bebé encontrado en el penal de San Miguel.