05-05-2024 11:18:46 PM

Caminos de la política: caminos encontrados

Por Valentín Varillas

 

La ruta crítica que seguirán las “corcholatas” presidenciales en su búsqueda de la candidatura en el 2024, podría tener un derrotero completamente distinto a la de sus aliados en Puebla que pretenden gobernar el estado.

Aunque nada escrito a sangre y fuego en política, este escenario luce hoy como el más probable.

Si Adán Augusto resulta ser el ungido presidencial, va a ser muy complicado que Nacho Mier sea el candidato en la aldea.

El secretario de Gobernación necesitará, de entrada, conformar un grupo político propio que no sea necesariamente herencia directa del que creció al amparo de López Orador.

Para la campaña y por supuesto, si gana la elección ya en el ejercicio de gobierno.

Va a tener que echar mano de un hombre de toda su confianza que, además, con el cabildeo de las reformas a la Guardia Nacional lo ha acompañado en sus giras por todo el país y por lo mismo conoce la realidad política de cada uno de los estados.

El traje de coordinador de campaña le queda más que pintado al poblano.

Incluso, encajaría perfectamente como encargado de la política interna nacional ya con Adán despachando en Palacio Nacional.

Adiós gubernatura de Puebla.  

En este contexto, las posibilidades de que Mier sea el abanderado de Morena en el estado, crecerían exponencialmente si el candidato fuera otro.

De acuerdo a los números que arrojan las encuestas, Sheinbaum será la más probable.

Esto debilitaría la propuesta que pongan sobre la mesa los herederos del grupo político de Miguel Barbosa.

Julio Huerta, en teoría, como su cabeza visible.

Paradójicamente, Puebla fue el primer estado en donde servidores públicos emanados de Morena, junto con los liderazgos de mayor peso en la vida del partido, en declararse abiertamente a favor del proyecto presidencial de la actual jefa de gobierno de la CDMX.

A Alejandro Armenta puede pasarle algo parecido.

Su apuesta es integrarse al paquete de premios  de consolación que se le está armando a su padrino político, Ricardo Monreal, por no haber roto oficialmente con el presidente.

Tampoco con la nomenclatura del partido en el poder.

Aunque no cabe ya ideológicamente en el grupo cercano a López Obrador, es evidente que lo van a dejar jugar.

Y que lo que busca realmente Monreal es gobernar la capital del país.

Un premio grande, enorme, suficiente, con el que su falsa lealtad estaría de sobra pagada.

En ese escenario, olvídese de que le permitan poner candidato en Puebla.

No hay forma, no existe manera.

Monreal no vale el control político de dos entidades muy importantes, tanto en lo económico, como en lo electoral.

Todos estos escenarios podrían mostrarnos un mundo al revés.

Pero la realidad es que, en términos de política real, no hay nada raro en todo lo anterior.

Son los usos y costumbres que norman el reparto del famoso pastel, en cada coyuntura electoral.

Más cuando, como sucede en Puebla, cada uno de los aspirantes a la gubernatura tienen una relación directa y cercana con quienes pretenden gobernar el país.

La desgracia de unos, pudiera llegar a ser la auténtica lotería para los otros.

Hay tanto en juego y todo, absolutamente todo, dependerá de la voluntad de un solo hombre.

De nadie más.

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