05-05-2024 03:40:11 PM

Armenta-Rincón: la esquizofrenia

Por Valentín Varillas

 

En la campaña del 2015, Alejandro Armenta presentó un total de 89 denuncias en contra de Mario Rincón ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE).

Ambos eran candidatos a la diputación federal por el distrito 7.

En sus querellas, el entonces priista aseguraba que la campaña de su adversario se financiaba a través de operaciones de desvío de recursos públicos.

El dinero salía de las arcas del gobierno de estado y de municipios como Acatzingo, Amozoc, y Tepatlaxco, entre otros.

Además, acusó a Rincón de llevar a cabo diversas acciones de “agresión” e “intimidación” en contra de sus operadores, por parte de grupos de choque que pretendían sabotear sus actividades proselitistas.

Armenta siempre sostuvo que no se trataba de cuestiones mediáticas.

Una y otra vez juró y perjuró  que todas las querellas estaban “debidamente acreditadas con pruebas” y exigía que éstas fueran desahogadas en los tribunales correspondientes.

Inclusive después de haber vencido a Rincón, pidió que estos procedimientos llegaran a las últimas instancias legales para sentar un precedente de cómo fue víctima del uso y abuso de las instituciones públicas para favorecer el proyecto político personal de quien era uno de los consentidos de Rafael Moreno Valle.

En síntesis: Armenta acusó, señaló, denunció y probó, sin lugar a dudas, que Mario Rincón era un ladrón y un gánster.

Un auténtico delincuente electoral.

Hoy, a este impresentable lo tiene en su equipo más cercano de operadores.

¿Y entonces?

Existen únicamente dos razones que pueden explicar lo anterior.

La primera, es que Armenta mintió en esa campaña y que las supuestas pruebas contundentes de las acciones delincuenciales de Rincón fueron parte de un burdo montaje.

Una gran puesta en escena para obtener una ventaja competitiva que le permitiera ganar el distrito.

De haber sido así, Alejandro no tiene ni la ética, ni la calidad moral para pretender siquiera convertirse en el candidato de Morena al gobierno del estado.

Violaría con toda flagrancia aquel mantra que en teoría norma la conducta de quienes forman parte de la 4T: no mentir, no robar, no traicionar

Si Armenta no mintió y Rincón, acompañado de sus secuaces, utilizó dinero público para financiar su campaña, además de haber llevado a cabo amenazas y acciones para amedrentar a quienes fueron parte del equipo de la campaña rival, peor.

Esto supone que Alejandro necesita echar mano de mapaches y delincuentes electorales en su estrategia de obtención de votos.

Que en este momento de la actual coyuntura electoral y si más adelante resulta candidato, no tendrá empacho en violar cualquier marco legal, con tal de beneficiarse en lo personal.

Y otra vez, la artera violación de aquella ilusa máxima de “no robar, no mentir, no traicionar”.

Armenta, en su obsesión de sumar adeptos a su proyecto político está metiendo a todos los que de alguna manera le hacen un guiño, le prometen milagros o le venden espejitos.

Y por lo visto hay de todo: bueno, malo, regular, pésimo y lo peor de lo peor.

Algunos dirán: “como en botica”.

Otros diremos: “como antes, como siempre: como cuando gobernaba el PRI”.

 

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