Por Valentín Varillas
Menos de un minuto después de haber iniciado su discurso, en el evento oficial celebrado en Casa Puebla, Adán Augusto López ya había hecho pedazos la estrategia de deslegitimar el nombramiento de Sergio Céspedes Peregrina como gobernador del estado.
La misma que, los tribunales competentes, destrozaron en su momento.
Las palabras del Secretario de Gobernación fueron contundentes, demoledoras.
Dejaron claro el aval absoluto, sin peros ni adjetivos, al método mediante el cual se eligió al nuevo jefe del ejecutivo estatal después de la muerte de Miguel Barbosa.
Reconoció abiertamente la madurez de los diputados de todos los partidos, incluidos por supuesto a los opositores de Morena.
Destacó el hecho de que las instituciones del Estado hayan prevalecido, más allá de calenturas o apetitos personales.
“En Puebla siempre hubo y ha habido gobernabilidad, inclusive en aquellos momentos tan complicados”- expresó.
¡Uff!
Vaya madrazo para los agoreros del desastre.
Quienes se desgarraban las vestiduras pronosticando la barbarie: el vacío absoluto de poder.
Fueron los mismos que, cuando fallaron, acusaron de “albazo” el nombramiento de Céspedes Peregrina.
Los que después mandaron a sus chalanes a hacer el ridículo, presentando impugnaciones al proceso legislativo, sin un solo argumento jurídicamente válido.
El jefe del gabinete federal dejo en claro que, para el gobierno de la República, se cumplió al pie de la letra la ley y que no existe ni puede existir más gobernador que el que hoy despacha en la oficina principal de Casa Puebla.
No hubo tampoco desplantes ni malas caras.
Mucho menos, falta de cortesía política.
Al contrario.
A Adán Augusto se le vio cómodo, tranquilo, sonriente y muy afable, en las más de dos horas que convivió con el gobernador de Puebla y sus invitados en el anexo de Casa Puebla.
Es más, recordó cuando por primera vez tuvo contacto con el hoy mandatario estatal.
Lo bien que transitó el tema de la reforma a la Ley de la Guardia Nacional en el congreso poblano cuando Céspedes Peregrina era el líder del legislativo.
Cuando lo enteró de la muerte de Miguel Barbosa; la solicitud de inmediato aceptada de que viniera a las ceremonia fúnebre el presidente López Obrador y el seguimiento permanente al relevo en la jefatura del ejecutivo estatal.
Siempre operando de manera coordinada.
Como broche de oro, cerró con la promesa de no dejar solos a los poblanos.
De trabajar en conjunto, codo a codo, entre niveles de gobierno, para resolver los temas prioritarios para la entidad, al margen de lo que pueda pasar más adelante en la arena electoral.
Lo institucional no se va a afectar nunca por cuestiones de grilla partidista.
Lástima para algunos.
Mejor imposible para el futuro del estado.
¿Conclusión?
Vaya día negro para aquellas mezquindades que esperaban gozosos lo peor para Puebla.
Siguen fallando en su estrategia.
En cambio, se les hizo realidad la fatídica cábala: qué pinche viernes 13 tuvieron que padecer.
