Por Alejandro Mondragón
Y todo se irá acomodando más, después de la irreparable pérdida de Luis Miguel Barbosa y la llegada de Sergio Salomón Céspedes Peregrina, como gobernador de Puebla.
Es normal que los enemigos del finado exmandatario salten a la palestra para presionar y lanzar dardos venenosos al círculo más cercano del barbosismo.
Creen que sus fobias se irán y ellos entrarán por la puerta grande.
Tienen razones de peso hacerlo, aunque se equivocan en el origen de su análisis. Si fueron excluidos de la administración barbosista, así lo decidió Luis Miguel, en ocasiones contra la opinión de sus cercanos.
Por lo visto nunca acabaron de conocerlo.
La falla en su análisis parte del principio es que con la muerte del jefe político del morenovallismo, Rafael Moreno Valle se dio el efecto dominó. Toooodo ese equipo que consolidó por años también iba en el helicóptero, aquella fatídica mañana del 24 de diciembre del 2018.
En otras palabras, la suerte del principal también era la de los accesorios. El morenovallismo sólo tenía la gubernatura en ese año. Perdió la mayoría legislativa y principales alcaldías, senadurías, diputaciones federales.
El grupo morenovallista no tenía nada más que la palabra de la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, de que el interinato sería para ellos.
Sin Congreso del Estado nada es posible en términos constitucionales y de las leyes que de ello emanen.
Ahora, a la muerte de Luis Miguel, el grupo en el poder tenía ese poder. Y el poder se hizo para poder. Simple.
Con la mayoría del Poder Legislativo, el aval del presidente Andrés Manuel López Obrador -porque sabe que Sergio Salomón no va a traicionar a la Cuarta Transformación y el legado barbosista- y el respaldo absoluto de Doña Rosario Orozco, las instituciones operaron.
Ya todo se irá acomodando más.
Tengan todos un gran 2023.
Ya estamos de regreso.