05-05-2024 02:32:34 AM

Esquizofrenia priista

Por Valentín Varillas

 

Vino a Puebla Alito Moreno el sábado pasado.

Se reunió con la estructura y los liderazgos del partido en el estado.

Tomando en cuenta la realidad tan particular que vive el tricolor en la aldea, bien vale la pena preguntarse ¿con qué priismo convivió?

¿Con el que oficialmente es parte de una alianza opositora, con la que en teoría comparte objetivos y metas en lo político y lo electoral?

¿O con el priismo sumiso a los intereses oficiales?

El que está mucho más cerca de Casa Aguayo que del PAN y del PRD.

Aquel cuyos operadores, presidentes municipales y demás personajes de alta jerarquía, en los hechos ya operan para garantizar la continuidad de Morena en la gubernatura del estado.

En teoría, deberían de ser diferentes; es más: mutuamente excluyentes.

En los hechos, se trata del mismo partido que declara una cosa y hace completamente la otra.

Una muy conveniente esquizofrenia.

Alito intentó con todo que, por lo menos mediáticamente, su falso discurso anti-sistema, y por lo mismo anti-Morena, permeara entre quienes respondieron a la convocatoria.

Que por cierto, no fueron todos los que tendrían que haber estado ahí.

Un burdo teatro de sombras.

Una patética comedia de vodevil, si partimos del hecho de que el dirigente nacional del tricolor conoce perfectamente la realidad que vive su partido en el estado.

Estas contradicciones no son solo una realidad en lo institucional.

En lo personal, a Moreno le sucede exactamente lo mismo.

Por un lado, se comporta como un auténtico líder opositor que va en contra de reformas como la Eléctrica o la Electoral.

Al mismo tiempo, lo doblan para que la mayoría de su bancada vote a favor de las modificaciones legales que le permiten a la Guardia Nacional realizar labores de combate a la delincuencia por varios años más.

Y lo peor: hay un Alito que aplaude y ensalza al priismo poblano, como quedó evidente en su discurso del sábado pasado y otro que, en sus conversaciones privadas, señala su ineptitud (Javier Casique) y su absoluta falta de honestidad (Jorge Estefan Chidiac).

¿Y entonces?

Hay dos partidos y dos dirigentes que, como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, mutan y se transforman de acuerdo a sus intereses cortoplacistas y su siempre cambiante conveniencia.

Y luego se rasgan las vestiduras porque han perdido la confianza del electorado y de los partidos que decidieron aliarse con ellos para, en teoría, enfrentar juntos a la 4T.

 

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