Por Alejandro Mondragón
La movilización de estructuras políticas en la marcha de ayer domingo, encabezada por el gobernador Luis Miguel Barbosa deja mensajes claros al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para empezar que la Cuarta Transformación se arraigó en el imaginario colectivo sobre su continuidad también en Puebla.
Que las estructuras políticas de todo el Estado están listas para que su proyecto presidencial llegue a buen puerto en 2024.
Y que la oposición está muy alejada de la realidad social y política.
Los tiempos vaya que han cambiado, pues durante los primeros meses del gobierno barbosista sus opositores internos en el Morena se encargaron de insistir en la desvinculación entre AMLO y el mandatario.
Una y otra vez machacaron que Miguel Barbosa carecía de comunicación con López Obrador y su equipo, peeeeeero el tiempo puso a todos en su lugar.
El barbosismo mantuvo el control del Congreso del Estado, se llevó la mayoría de diputaciones federales y varias alcaldías, aunque perdió en la zona metropolitana de la entidad.
Después se hizo del control de Morena en Puebla, mientras la relación con el presidente se fue consolidando, al grado que en términos de identidad ideológica y aplicación del proyecto de la 4T, Barbosa ha rebasado a otros mandatarios en la vinculación personal con López Obrador.
Dos ejemplos claros de ello: la marcha de más de un millón de personas del 27 de noviembre en la Ciudad de México idea del poblano y el mayor presupuesto federal para el estado en el 2023.
De ahí que la pregunta, ¿y la oposición poblana para el 2024?
La respuesta es clara: en selfies y críticas que no pasan de las redes sociales.
