04-05-2024 06:36:02 PM

Segunda radiografía rumbo al 2024

Por Valentín Varillas

 

La primera tuvo como pretexto la famosa consulta popular sobre la Revocación de Mandato.

Fue menos personal: más institucional.

Aunque siempre fomentada y publicitada por la figura del presidente López Obrador, el verdadero objetivo de llevar a cabo una convocatoria con estas características era eminentemente político: medir el posicionamiento de Morena como partido a nivel nacional.

Una radiografía muy certera con una medición cuantitativa del voto duro de Morena a poco más de dos años del proceso presidencial.

Es decir, la cantidad de sufragios mínimos con los que el partido cuenta para enfrentar esa elección.

Y además, segmentados por entidad federativa.

Es más, hasta cómo fue el nivel de participación en aquellos municipios en donde se instalaron mesas receptoras de boletas.

19 millones fue el resultado.
Pero más allá de eso, el presidente y sus estrategas obtuvieron un estudio de mercado muy preciso de sus fortalezas y debilidades electorales, con cargo al erario.

Algo similar sucedió el pasado domingo.

Más allá de las reivindicaciones de la marcha convocada y promovida por el presidente y el resto de los liderazgos de la 4T, lo que se buscaba realmente era saber en qué nivel se encuentra la popularidad de la figura presidencial y de qué tamaño es su poder de convocatoria en el ocaso de su sexenio.

Dimensionar en su justa dimensión el peso específico que tendrá Andrés Manuel en la continuidad de su movimiento más allá de su sexenio.

La respuesta popular, espontánea, la del espaldarazo real al movimiento que encabeza AMLO no deja lugar a dudas.

Prácticamente intactos su carisma, su capacidad de arrastre, su conexión con el ciudadano de a pie y la maestría que tiene para desenvolverse y adueñarse de la plaza pública.

Guste o no, no existe un antecedente siquiera parecido en la política nacional.

La marcha operó también como termómetro para medir públicamente a quienes buscan la candidatura presidencial.

Ver su desempeño en ambientes no controlados, en donde todo puede pasar.

Cómo es la respuesta de quienes votarán por Morena ante la presencia física de cada uno de ellos.

El aplausómetro pesa, sin duda.

También el nivel y la intensidad de los abucheos, las mentadas de madre o de cualquier tipo de manifestación de rechazo.

Paralelamente, se trató de un ensayo general de la capacidad de movilización oficial, que será fundamental en la estrategia de obtención de votos a favor del partido en el poder y sus aliados.

Y van por todo.

Que no le quepa la menor duda.

Lo de menos fue el discurso.

Ese no se ha movido siquiera un milímetro del original.

Sigue siendo exactamente el mismo.

Y no tiene sentido cambiarlo si continúa permeando entre la mayoría de los ciudadanos.

¿Y el INE?

Ese ni se mencionó, cuando en teoría, la convocatoria a semejante movilización era una respuesta directa a la marcha en defensa del Instituto Nacional Electoral, organizada y operada por los partidos de oposición, organizaciones y ciudadanos adversarios de la Cuarta Transformación.

Lo que sucedió el domingo cumplió a cabalidad con los objetivos planteados en Palacio Nacional.

Con todos, absolutamente todos.

Un ejercicio valioso que refuerza la confianza de que Morena y sus aliados gozan de cabal salud electoral, lo que supone un tránsito sin sobresaltos en el camino hacia repetir en la presidencia de la República y en los estados en donde hoy son gobierno.

 

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