Por Alejandro Mondragón
La magna obra de Ignacio Alarcón, quien se despide como presidente del Consejo Coordinador Empresarial fue la colocación de la primera piedra para la construcción de la nueva sede del Colegio de Contadores.
Además que las mujeres administran mejor los recursos que los hombres, su presidenta Edith Bravo aterriza en los hechos lo que jamás pudo el inefable “Taico”.
La cúpula empresarial tuvo más de 18 años para levantar su nueva sede en la reserva territorial Atlixcáyotl-Quetzacoatl.
Tenía el terreno regalado, habían concesionado el proyecto a un tercero, pero ni así lograron nada.
Melquiades Morales, el gobernador, regaló al CCE más de seis hectáreas para la construcción de su sede. Ocurrió en 2004.
En la gestión marinista prometieron iniciar los trabajos que arrancaron hasta la gestión morenovallista, luego de que el entonces mandatario Rafael Moreno Valle les quitó la mitad de hectáreas.
Sólo hicieron un hoyo en el sitio donado hasta que el gobierno de Luis Miguel Barbosa procedió legalmente para la recuperación de las tierras.
Al final, el CCE se quedó con dos mil metros cuadrados para desarrollar lo que se les pegue la gana.
Ignacio Alarcón lo consideró un triunfo para el sector. Ahora aparece como “padrino” de la colocación de la primera piedra para el edificio del Colegio de Contadores.
La gran fortuna es que será una mujer y contadora la que vigile la obra que sirva de ejemplo para los hombres de empresa que sólo gustan de los negocios de saliva.