Por Alejandro Mondragón
Frank Underwood, personaje de la exitosa serie televisiva “House of Cards”, acuñó varias frases que se convirtieron en joyas de la política.
La más precisa para explicar los actuales tiempos:
“El poder es mucho como las bienes raíces, todo es sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés a la fuente, el valor de tu propiedad será más alto”.
Ignacio Mier logró evidenciar su cercanía con personajes nacionales (Adán Augusto López, secretario de Gobernación; y Mario Delgado, líder nacional de Morena).
Más tarde, Alejandro Armenta Mier asumió la presidencia de la mesa directiva del Senado de la República.
Ambos que buscan lo mismo: Casa Aguayo y se disputarán los reflectores nacionales por sus posiciones.
Su ubicación en el poder nacional, básicamente con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El tema reviste importancia, porque a la luz de lo que ha reiterado AMLO, una y otra vez, no es suficiente la cercanía con el poder para ganar.
Se requiere, ha dicho, obtener la confianza del pueblo que no es tonto. Ya no se realiza el baile del tapado, sino la danza de los destapados/as.
Y ese camino trazado de acercamiento sólo ocurre en su Estado, donde la posición del gobernador Luis Miguel Barbosa reviste valor de ubicación por los amarres logrados en las comunidades para quedarse con el partido Morena.
Esos liderazgos regionales que no sólo abarcan el ámbito político, sino económico, religioso y social lo han empezado a capitalizar los aspirantes locales que se destaparon: Sergio Salomón Céspedes, Melitón Lozano y Olivia Salomón, particularmente.
Suben y bajan por la ruta de los acuerdos regionales. Claro, gracias a la ubicación que les brinda la cercanía del poder local.
