03-05-2024 02:47:10 AM

4 años: el fenómeno López Obrador

Por Valentín Varillas

 

45 meses de la llegada de la Cuarta Transformación al gobierno.

Tiempo de los balances, análisis, reflexiones y demás ejercicios inútiles que en teoría nos llevarían a tener una evaluación realista, clara, pausada, imparcial y profunda de estos tiempos de supuesto cambio político en México.

Y sí, leyó bien: utilicé la palabra “inútiles”.

Llegar a conclusiones en este país en donde, como nunca, reinan la polarización y la fractura, resulta en los hechos un ejercicio estéril.

Un desgaste innecesario.

De nada sirven los indicadores, los números fríos, ante el imperio de los “otros datos”, infaltables en el discurso oficial.

Ante la supuesta acción coordinada de los enemigos de la patria que en la óptica gubernamental se inventan todo tipo de historias macabras para descarrilar a AMLO por representar una amenaza a sus mezquinos intereses,

No, no vale la pena meterse en esta dinámica enfermiza.

Será, como dice el propio presidente, el juicio de la historia el que ponga a cada quien en su lugar.

De lo que sí no hay duda, es que López Obrador es un auténtico fenómeno de la política.

Un perfil único, inédito en el caso del país, de aquellos que seguramente ha habido y habrá muy pocos en la historia de la humanidad.

Y no exageró.

Mucho menos pretendo que esta entrega sea una burda alabanza a la figura presidencial.

Para nada.

Andrés Manuel es un maestro en el manejo de los temas que dictan la agenda pública nacional.

Un genio proactivo que ha desarmado a sus opositores, quienes bailan al ritmo y en los tiempos que él mismo les marca.

A la par, por las buenas o por las malas se ha hecho, de un control político casi total, muy parecido al que se vivía en los tiempos del partido único.

Llegará a la presidencial del 2024 con 28 estados controlados por gobernadores emanados de Morena o de sus aliados electorales.

Auténticos virreyes, amos y señores de sus respectivos territorios con recursos materiales y humanos para operar con todo a favor de la continuidad de la 4T y al inminente referéndum que para el gobierno de López Obrador será esta elección.

Paralelamente, le ha dado forma a un modelo de política asistencial-clientelar que hoy es la prioridad absoluta en materia de gasto público y que le ha dado importantes dividendos en materia electoral.

En este contexto, a poco más de dos años de terminar su mandato, AMLO presenta un comportamiento atípico en las mediciones de su popularidad y aceptación.

Modestas bajas en coyunturas específicas que no le han favorecido, pero a la vez, alzas significativas cuando ha manejado en las “mañaneras” temas relacionados al nacionalismo, la defensa de la soberanía, o aquellas famosas consultas públicas para preguntarle al “pueblo”, entre otras cosas, cuestiones tan importantes como su continuidad al frente del ejecutivo federal.

Y esto no es un tema de apreciación o de opinión.

Son , ahora sí, datos duros, contundentes, incontrovertibles.

López Obrador, sea como sea, se perfila como el presidente mejor evaluado de la historia.

Para muchos, bien ganado.

Para otros más, un ejemplo del bizarro surrealismo en el que se mueve la política mexicana y la novedosa y muy extraña concepción mayoritaria que tenemos en este país de lo que significa “gobernar”.

Esto es lo realmente destacable.

En lo demás, parece que jamás nos pondremos de acuerdo.

 

 

 

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