03-05-2024 02:57:33 AM

PAN: pragmatismo, no traición

Por Valentín Varillas

No, Acción Nacional no le juega chueco a la alianza opositora al mandar, unilateralmente, a un candidato propio para competir por la gubernatura del Estado de México.

A pesar del estruendo que los puristas han hecho en redes sociales, rasgándose las vestiduras ante un supuesto acto de traición, lo cierto es que, el haber anunciado con bombo y platillo desde ahora, que irán con Enrique Vargas, es un ejemplo de praxis política que a todos conviene.

Empezando por los propios priistas.

Para nadie es un secreto que, las elecciones del próximo año en ese estado, son el punto culminante del pacto de impunidad signado en su momento por Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.

A Delfina Gómez le robaron descaradamente la elección en el 2017 y ni AMLO ni sus huestes siquiera chistaron.

Mucho menos tomaron calles, cerraron avenidas o manejaron el término “fraude”.

Aquel, siempre tan socorrido por el actual grupo en el poder y en el que basan su propia existencia como partido político.

Guardaron cobarde y cómplice silencio, a cambio de que un año después tuvieran la vía libre para llegar a la presidencia de la República.

Hoy, llegó el momento del cobro de la factura.

Es evidente que la plaza está ya entregada, que el principal operador a favor de los intereses de López Obrador será el gobernador Alfredo del Mazo y que la convocatoria para que los ciudadanos acudan a las urnas será un asunto de mero trámite.

En este contexto ¿para qué desgastarse?  

Enrique Vargas cumple con el perfil idóneo para ser inmolado en la piedra de los sacrificios.

Panista institucional, dogmático, que sabe que hoy no es su tiempo, pero que tarde o temprano tendrán que compensarlo por su estoicismo.

Y tiene tiempo de sobra para esperar su recompensa.

En política, los grupos no son para siempre.

La alternancia es una realidad, lo mismo que el desgaste en el ejercicio del poder.

Es verdad que todo parece indicar que Morena ganará caminando la presidencia en el 2024.

También las dos elecciones estatales del año próximo.

Pero es un hecho irrefutable que, quienes aspiran a suceder a López Obrador en Palacio Nacional, no tienen el carisma, la popularidad, la capacidad de convocatoria, el manejo de la plaza pública ni el discurso que permea masivamente.

Tampoco el blindaje popular que hace que todo se le perdone.

Su sucesor vivirá otra realidad completamente distinta.

Y no se ve muy optimista de acuerdo a los problemas que enfrentará.

Los mismos que llevan siendo un pendiente en ejercicio de gobierno, desde hace décadas en este país.

Ahí es en donde puede venir el declive e la famosa 4T y el natural fortalecimiento de las fuerzas políticas opositoras a esta “transformación”.

Por eso, la falta de liderazgos que levanten la mano para competirle de frente al actual grupo en el poder y enfrentar a un presidente que terminará su sexenio con niveles récord de popularidad y aceptación. .

Por eso, los verdaderos perfiles competitivos los empezaremos a ver después del 24.

Hoy, están al acecho esperando mejores tiempos, nuevos horizontes en la vida política nacional.

Y esto, insisto, está muy lejos de ser un acto de traición.

Realismo, le llaman ahí en mi pueblo.

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