Por Alejandro Mondragón
Muy mal debió caerle a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, la presencia del líder de la mayoría morenista en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier Velazco, en Veracruz.
El poblano acudió, con el dirigente nacional Mario Delgado, a Minatitlán, al informe legislativo de Sergio Gutiérrez Luna, ocurrido el fin de semana.
El punto es que Mier fue a levantarle la mano a Gutiérrez, en momentos en que todas las encuestas perfilan a Nahle para suceder a Cuitláhuac García en el gobierno de Veracruz.
El amigo de Mier ocupa el quinto lugar en los sondeos de opinión, lo que seguramente para Rocío Nahle representó este acto una rudeza innecesaria.
Ignacio además no entregó buenas cuentas con el tema de la reforma energética que prometió sacar adelante. Carece de interlocución.
Está claro que el legislador poblano anda con la brújula perdida desde hace rato. En Durango el malestar de los morenistas en su contra, tras la derrota electoral, amenaza los propósitos políticos de Mier.
Llama la atención que el líder de Morena se ausentó de la entidad, apenas se estableció el piso parejo para los aspirantes.
Todo apunta a que su estrategia será esperar el dedazo de Palacio Nacional para que todos se alineen a lo dictado y hagan la campaña por él.
Se han acumulado los problemas y desencuentros de Mier, quien prefiere mejor las comidas privadas que ensuciarse los zapatos.
Veracruz hoy es su prioridad, no Puebla.
