Por Alejandro Mondragón
En la guerra de los destapes por la gubernatura, la historia reciente demuestra que reducir a su mínima expresión las aspiraciones de ciertos personajes suele ser un craso error que se paga muy caro.
Algunos pasajes bien valen la pena ilustrar para contextualizar que en política no existe contendiente pequeño.
Manuel Bartlett con su grupo más cercano solían minimizar las aspiraciones a la gubernatura de Melquiades Morales.
“Las elecciones se ganan con votos, no con compadres”, afirmaban él y los suyos, entre ellos Ignacio Mier, hoy en Morena.
El 24 de mayo del 1998 se realizó la primera elección interna del PRI y el melquiadismo con sus compadres, comadres y ahijados barrieron en las urnas al candidato de Bartlett: José Luis Flores Hernández.
El propio Melquiades Morales tuvo tres candidatos, apenas se sentó en la silla principal de Casa Puebla: Rafael Cañedo Benítez, Carlos Alberto Julián y Nácer y Germán Sierra Sánchez. El primero se le murió, al segundo lo mató electoralmente el PAN con Luis Paredes en la lucha por la alcaldía y el tercero falleció de inacción esperando “la pinche señal”.
Nunca consideró a Mario Marín para sucederlo hasta que la realidad se le impuso. Los suyos lo minimizaron hasta el cansancio.
Rafael Moreno Valle quiso entrarle y se metió al callejón de las trompadas con Sierra y aliados. Un tercero en discordia se les apareció y se llevó la candidatura y gubernatura: Mario Marín Torres.
El propio Mario Marín confesó, en la recta final de su sexenio, que su carta era Javier López Zavala, su seguro sucesor.
Un reportero le preguntó, en aquella reunión celebrada en el anexo de Casa Puebla que Rafael Moreno Valle daría la sorpresa y sería el candidato panista. Marín soltó una carcajada para decir que para empezar en el PAN no lo dejarían pasar, que tenía información de ello, además que su único logro era el “hoyo financiero” que hizo en su paso por Finanzas. Es el último de las encuestas, sostuvo en su momento el hoy senador morenista y entonces líder estatal del PRI, Alejandro Armenta Mier. La historia final ya se la saben.
El propio Moreno Valle se reunió con burbuja para definir al candidato a la alcaldía en 2013, pues todos sabían que ahí saldría la carta para la minigubernatura, una vez modificada la legislación.
La mayoría protestó contra la opción de Antonio Gali, “no es puro” “llegó después” “no pasará en el PAN, porque ni siquiera se ha afiliado al partido”, “nos va a traicionar” y así lo minimizaron.
Rafael tan pragmático como siempre dijo que se usaría una encuesta y el mejor posicionado sería el candidato a edil que solicitaría licencia para ir después por la gubernatura. Todos felices y haciendo frente contra Gali.
Lo que no les dijo Moreno Valle es que antes de las encuestas ya había dado entrevistas para salir en portadas de revistas que se colocarían en espectaculares, en las que saldría en la foto él (Rafal) y su hechura (Antonio Gali). Ya después se levantó el sondeo y ganó el que venía hasta atrás.
Hoy que se destapa Sergio Céspedes Peregrina se le aplica la misma política. La historia no se equivoca, es mejor repasar lo que ha ocurrido políticamente.