Por Alejandro Mondragón
Lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador no halla en su partido Morena, lo ha encontrado en los 18 gobernadores, emanados de la Cuarta Transformación.
Y se trata de afinidad a sus políticas, coincidencia de objetivos y, sobre todo, lealtad por encima de todo.
Han sido los gobernadores quienes salen a defender al mandatario ante cualquier ataque. Lo respaldaron en la crisis sanitaria, los embates contra Pemex y Comisión Federal de Electricidad, la Revocación de Mandato y se sumaron al apoyo sobre la nacionalización del litio.
Morena por su parte ha sido rebasada ante la una realidad que sigue sin entender. Los diputados federales no construyeron los acuerdos necesarios para la Ley Eléctrica y los senadores, algunos, regatearon su apoyo.
En términos políticos que el presidente Andrés Manuel López Obrador se soporte de los mandatarios estatales, representa una luz en la camino sobre en quiénes recaerá la operación política rumbo al 2024.
AMLO requiere sintonía política para dar seguimiento a su proyecto de la Cuarta Transformación. En dos años, se renovarán 11 gubernaturas, entre ellas Puebla, y se requiere garantizar la conducción del proceso.
Enfrente tendrá a una oposición dispuesta a jugarse al todo o nada con órganos electorales que buscarán restringir la movilidad política de la 4T, lo que se verá con la polémica que desatará la reforma comicial.
Morena se perfila a convertirse en un engrane más de toda una maquinaria política de poder que se localizará en Palacio Nacional y los gobiernos estatales.
Los hechos así marcan la pauta sobre la relevancia de mandatarios/as respecto al control político y social que llevan en sus regiones.
Los acuerdos serán cuestión de tiempo, pero López Obrador ya sabe con quién contar.