29-03-2024 03:49:39 AM

El parteaguas del sexenio

Por Valentín Varillas

 

La elección intermedia de este año significa un punto de inflexión para el actual grupo en el poder.

Un antes y después en términos de los alcances y viabilidad de la llamada Cuarta Transformación.

De entrada para el presidente, el jefe político del movimiento, la votación del 6 de junio fue como una especie de termómetro que le mostró el ánimo ciudadano en estos tiempos de supuesto cambio político en el país.

Jamás lo reconocerá públicamente, pero el resultado no fue de su agrado.

Por eso, tal vez, la decisión de adelantar como nunca antes, el proceso sucesorio.

Hablar de los perfiles que podrían encajar en la lógica de su relevo al frente del ejecutivo, apenas a mitad del sexenio, es por decir lo menos, atípico.

Pero ya es una realidad en la vida política nacional.

Y parece que tendrá prioridad absoluta en términos de los intereses de Palacio Nacional.

En función de la llamada “sucesión”, vendrán cambios importantes.

De fondo y de forma.

Por ejemplo, en el gabinete.

AMLO planea una cirugía mayor al interior del círculo cercano que lo ha acompañado en estos casi tres años de gestión.

Muchas serán las modificaciones en carteras importantes de la administración pública federal y estas se darán en función de criterios de tipo político y no necesariamente en aras de tener un gobierno mejor, más eficiente, que dé resultados.

Para no vender una imagen de inestabilidad, los cambios podrían ser graduales en términos de fecha-calendario, pero todo parece indicar que los que serán sacrificados saben desde hace tiempo que sus días como miembros de la burocracia dorada están ya contados.

Paralelamente, habrá cambios radicales en el partido en el poder.

Para López Obrador fue una derrota mayúscula el haber perdido buena parte de su capital electoral en la capital del país.

La Ciudad de México, el bastión de Morena, el lugar en donde se dio la génesis de la 4T, había que ganarla de forma aplastante a como diera lugar.

En el presupuesto electoral del presidente, un triunfo aplastante ahí era importantísimo.

Mucho más importante que haber ganado a gubernatura de algunos estados en donde el Movimiento de Regeneración Nacional ganó con toda comodidad.

Este escenario no se dio y Andrés Manuel tiene muy claro quienes son los responsables de lo que él considera fue una debacle electoral.

Y empezará la noche de los cuchillos largos al interior del partido.

El inevitable proceso de canibalismo que siempre surge después de un proceso electoral.

Mario Delgado tiene las maletas hechas, sabedor de su monumental fracaso como líder nacional.

Los resultados del 6 de junio son el pretexto perfecto para iniciar un proceso de reestructuración importante en un partido que, en la óptica del presidente, no ha sabido a estar a la altura del reto que significa ser el partido en el poder.

Llegará como sustituto quien garantice una operación electoral más eficiente y quien pueda evitar que la fractura que ya existe en Morena, siga creciendo de cara al proceso presidencial del 2024.

La elección aceleró los tiempos en lo político y pareciera que el presidente, a pesar de los grandes retos que tiene el gobierno federal por delante, se prepara para ser el primer mandatario en la historia en encabezar un sexenio de tres años.

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