25-04-2024 10:51:57 AM

El miedo al presidente

Por Valentín Varillas

En el ámbito de la vida pública nacional, es un secreto a voces el hecho de que al presidente López Obrador se le teme.

Desde distintos ámbitos, círculos y esferas.

Adentro y afuera de su estricto ámbito de influencia.

Es más, este miedo ha logrado permear a propios y extraños, a aliados y adversarios, a amigos y enemigos.

Y el jefe del ejecutivo federal lo disfruta.

Y mucho.

Además, ha sabido sacarle provecho a tan ventajosa situación.

No solo en el campo de lo mediático, sino también de lo político.

Organismos autónomos e instancias que en teoría deberían de actuar como contrapesos efectivos al poder presidencial empiezan a perder fuerza, a recular, a debilitarse de manera visible.

Pareciera que no quieren sufrir las consecuencias de vivir en carne propia la potencial enemistad con un López Obrador que cada vez controla más y más.

Y en esta bolsa caben muchos.

No solo la Auditoría Superior de la Federación, la más reciente en sufrir el embate del huésped principal de Palacio Nacional, por el tema del costo de la cancelación del NAICM.

Tenemos una Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyos dictámenes han empatado recientemente, con una extraña precisión, con los intereses oficiales.

Ni se diga el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que parece muy interesado en allanarle el camino rumbo al proceso electoral de junio próximo.

Faltan el INE y el INAI, los dos organismos autónomos que han resistido de mejor manera las presiones a las que son sujetos con una frecuencia atípica.

No es casual que uno de los principales objetivos de AMLO sea el generar las modificaciones legislativas que sean necesarias para desaparecerlos de una buena vez.

Sí, al presidente no le gustan los contrapesos.

Le molestan, lo incomodan de sobremanera.

No entiende el por qué, en su ámbito de poder, no puede hacer lo que le venga en gana.

Se le dificulta entender conceptos como la división de poderes, la autonomía y demás.

Justificado, si tomamos en cuenta la época y en el ambiente en el que se formó políticamente.

Aquellos tiempos oscuros del priismo autoritario, del régimen de partido único.

En esta estrategia del miedo, las mañaneras han sido fundamentales.

Además de marcar la agenda mediática diaria del país, se han convertido en la plaza pública en donde se exhiben sin pudor las cabezas de quienes en la óptica oficial deben de ser considerados como “indeseables”.

Ahí, se juegan prestigios, honras, pero sobre todo, se define el futuro de quien o quienes tienen la desgracia de haberse convertido en involuntarios protagonistas del matutino evento.

Lo de menos es que haya pruebas o no, inclusive si existe veracidad en lo que ahí se asegura.

Basta con que el jefe del ejecutivo lo diga, para que se convierta en una realidad incuestionable.

Ex presidentes, empresarios, partidos opositores, medios de comunicación, dirigentes de órganos autónomos y prácticamente cualquiera que se ha atrevido a cuestionar alguna decisión tomada por el jefe del ejecutivo federal, han vivido en carne propia las consecuencias de ser señalado como enemigo de la 4T.

Y ahí está, precisamente, la raíz del miedo.

“Jamás te pelees con el presidente”- ha sido una máxima fundamental que viene en el manual de sobrevivencia de la clase política y la vida pública mexicanas.

En estos tiempos de la 4T, sigue más vigente que nunca.

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